Al cambiar la página
la escena se desvanece
se pierde
se disuelve...
hace un “fade” a azul.
Todo lo que alguna vez soñé
se desvanece a su vez
fuiste mía
tres noches y dos días
no me queda claro
donde perdí tu amor
o peor aún
si alguna vez, en realidad lo encontré.
Sabíamos algo
cada uno del otro
no demasiado, quizás …
pero suficiente para intentar.
Y nuestras miradas
se cruzaron
se hablaron
se entrelazaron
y no hizo falta nada más …
Porque sin demasiado preámbulo
sin demasiada conversación
tu cuerpo denunció que necesitaba del mío
y mi alma necesitada de afecto
simplemente lo aceptó
pero fui tejiendo historias en tus poros
fui formando ilusiones en tu piel
demasiado rápido para ser verdad
demasiado lento para siquiera intentar …
Porque tu venías huyendo de algo
de algo llamado soledad
pero una soledad muy concurrida
donde siempre hubo un alguien
y yo nunca supe
nunca me enteré.
Por eso en los albores
de la noche tercera
cuando tu teléfono sonó
y te soltaste presta de mi brazos
para saltar a tu cartera
y desnuda sobre mi cama
al tomar la llamada
se dibujó una sonrisa desconocida en tu cara
supe inmediatamente
que tu vida a la mía…
le era ajena.
Vestirse, un beso, marcharte
fue cuestión de un minuto
me quedó el silencio
fiel compañero
me quedó el vacío
que al fin y al cabo siempre fue mío
me quedó tu cuerpo
entre las sábanas dibujado
mi auto estima
cada vez menor aunque nunca fue mucha
tu perfume que se diluye
en cada día de ausencia
y tu bloomer colgado …
en la ducha.
Con curtido y salsa de tomate! Compatriotas! Nuestros problemas están solucionados! Periódicos paren las rotativas! Ya no es necesario hablar de la elección del nuevo Tribunal Supremo de Elecciones (que entre otras cosas, nos importa un pito) o el veto del retiro voluntario de maestros … !
Se acabó el “no estoy para nadie”, “no me pasen llamadas”, “no estoy”, se acabó tu individualidad …
Me preocupa que no te preocupe la mano temblorosa, febril , hambrienta, enferma de un niño o anciano pidiendo clemencia a la vida y que tú te voltees sin mirar, a propósito, a retocarte el pelo en la vitrina de un comercio; que creas que no corrés peligro porque te han convencido que no hay peligro que correr; que te pintés de colores el pelo siguiendo el último prisma del trapeador de moda …