Estoy pensando seriamente, porque me hace mal, porque me duele, porque me obligas a usar máscaras, y aparecer sonriente, digo ...estoy pensando seriamente dejar de quererte.
Porque tu ausencia supera todas las molestias de tu presencia, y esa manía tuya de usar mi cepillo de dientes, ahora que lo uso yo solo, para mí, única y exclusivamente, me parecen detalles minúsculos, tolerables, comparados con este vacío terrible del “no estar” que básicamente me obliga a “no ser”.
Porque he llegado al extremo de extrañar lo que antes me molestaba tanto, como despertarme de madrugada para ir a trabajar, meterme medio dormido a la ducha para quedar enredado con el blúmer que habías dejado colgado y escurriéndose en el grifo la noche anterior … que usaras mi toalla y quedara empapada ….
Tropezarme en la noche con tus benditas chanclas, chancletas, sandalias, que ni siquiera eran par, porque usabas la derecha de cuerina y la izquierda de hule con un dibujo de Tribilín, porque habías perdido las otras dos … me caía, me tropezaba, te maldecía, mientras dormías … y roncabas !
Pero no sé si los ronquidos me molestaban tanto como tu bendito celular sonando a las tres de la mañana, y simplemente era porque una de tus tantas amigas, consorcio de maniático depresivas había caído en crisis, y te tocaba darles terapia toda la noche, meta y meta plática, mientras yo trataba de dormir … infructuosamente.
Y a pesar de que eras una experta y consumadísima artífice en el arte de hacer el amor, detestaba que fumaras, eso de darte un beso con olor a tabaco en la asepsia de mi vida no encajaba, cierto que a los minutos, con la calentura y el influjo de la pasión se me quitaba, y por supuesto íbamos para adelante con todo … pero todo eso terminó por desgastarme y desgastar el sentimiento.
Entonces, fui yo el que dijo, “o cambias o te vas”, y tú, siempre tan práctica … te fuiste
En ese momento, me apabulló el vacío, el vacío inmenso, y empecé a despertarme de madrugada con la secreta esperanza de tropezarme con tus chancletas, o encontrar tu blúmer en el chorro, mi toalla mojada y nada …
Y nunca respondiste mis llamadas, yo solo te quería decir que padezco de una congénita enfermedad de síndrome de imposibilidad de poder decir “te necesito”, y que en realidad … te necesito …
Pero cada día que pasa, cada bitácora de mi metódica vida vacía de tus señales, me desesperanza, me quita ganas, me abruma y ya creo que no puedo más …
Por estoy pensando seriamente en dejar de quererte, porque se me ocurre que ya encontraste alguien a que no le moleste compartir el cepillo de dientes, y aunque yo tiraría a la basura un zapato de cada uno de mis pares, para andar con dos diferentes solo por hacerte regresar ….
… sospecho que no ayudaría en nada …
Estoy pensando seriamente en dejar de quererte, pero por más que me impongo el decreto …
… este corazoncito desgraciado, no me hace el más mínimo caso …
No te rompas, no te esfuerces, de nada sirve dar el alma y soltar lágrimas, ahora que todo se ha diluído
Siguiendo con la Historia del impacto de huracanes en épocas donde ya existían las mediciones de categorías según instrumentos de medición de presión y fuerzas de vientos (creadas entre 1880 y 1920), sus causales, y como, aquellos que causan mayor mortandad salen del listado.
“Si no te tardas demasiado, prometo esperarte el resto de mi vida.” Oscar Wilde (a 163 años de su nacimiento).