La sociedad, la nuestra, está enferma, no de muerte, pero enferma; la mayoría de las personas jóvenes y no tan jóvenes con las que he hablado últimamente parecen haber renunciado a la vida.
La estilista que me corta el pelo. La gente que conozco en las canchas de futbol. Los amigos que, como yo, intentan mantenerse a flote pero cada vez les resulta más difícil hacerlo.
La ciudad donde vivo, se ha vuelto casi inhabitable para los jóvenes en los últimos años, pesimismo, poco trabajo, demasiados rumores. Mis hermanas, que viven en distintas partes del mundo, me cuentan más o menos la misma historia.
A menos que tengas suerte al conseguir un trabajo lucrativo y estable, que tus padres sigan financiando tu vida (te sorprendería lo común que esto es en ciertos círculos sociales, vivir con los padres hasta los 30) o que tengas un pariente rico que haya muerto recientemente, probablemente temes salir de tu casa porque sabe que eso podría costarle más de lo que puede pagar.
Para ser honesto, ni siquiera estoy seguro de tener conversaciones con Millenials y Generación Z — estoy más allá de las dos cohortes — que no impliquen preocupaciones sobre cómo están las cosas y cuánto peor podrían empeorar.
Informe Mundial de la Felicidad
Según el último Informe Mundial sobre la Felicidad (Organización Naciones Unidas. 2023) donde ocupamos el puesto 50 con 0.03% de incremento, las personas menores de 30 años en Estados Unidos, Canadá, Australia, el Reino Unido y algunos otros países de Occidente, por ejemplo están experimentando ahora el equivalente a una... crisis de la mediana edad.
Y si creyeras en innumerables artículos de opinión sobre el deterioro de la salud mental de los jóvenes — escritos casi exclusivamente por personas que definitivamente no están en el mismo barco que nosotros — esto se debe principalmente (o incluso únicamente) a esos teléfonos a los que estamos todos tan adictos.
Pero esa no es toda la historia
Este es el primer año en que el Informe Mundial sobre la Felicidad, una publicación de UNESCO que realiza encuestas globales para informar cómo las personas en todo el mundo evalúan sus propias vidas, divide los datos por grupos de edad.
Pero no son sólo las personas menores de 30 años en Occidente las que luchan por mantener una actitud positiva ante la vida hoy en día.
El informe encontró que los nacidos antes de 1965 — los “Baby Boomers” — eran, en promedio, mucho más felices que los nacidos después de 1980 — los “Millennials y la Generación Z”. Y mientras que para las personas de las generaciones mayores, las evaluaciones de la vida aumentan con la edad, para las más jóvenes , se niegan.
Con cada año. Para las personas nacidas entre 1965 y 1980 — Gen X — la edad tuvo poco efecto sobre la felicidad.
Sin embargo, investigaciones anteriores han demostrado con frecuencia la tendencia opuesta. Según el informe, que también separó sus clasificaciones anteriores por edad, en 2010 los jóvenes eran mucho más felices que los de mediana edad. Otros estudios de hace una o dos décadas también encontraron que son las generaciones más jóvenes las que en general se sienten más optimistas acerca de sus vidas que las mayores.
Y, sin embargo, aquí estamos, con algo bastante diferente sucediendo.
Pero este no es el caso a nivel mundial.
El Informe Mundial sobre la Felicidad también incluyó clasificaciones de países para cada grupo de edad, y hay lugares, principalmente en Europa Central y del Este, donde las personas menores de 30 años obtienen puntuaciones significativamente más altas en el índice de felicidad que las personas de 60 años o más. Mientras tanto, en países como el Reino Unido, Estados Unidos y Canadá, por nombrar algunos, las clasificaciones de las personas mayores son significativamente más altas que las de los jóvenes.
De los 143 países incluidos en el informe, Estados Unidos ocupa ahora el puesto... 62 para los jóvenes, pero 10 para el grupo de mayor edad.
El Reino Unido ocupa el puesto 32 entre el grupo de edad menor de 30 años, pero sigue estando más de diez puestos por debajo si sólo se consideran las opiniones de las personas de 60 años o más.
Sería ingenuo decir que la tecnología moderna, como los teléfonos y las redes sociales, si bien tienen utilidad en nuestras actividades, no tienen ningún impacto en nuestro bienestar.
Estudios recientes encuentran que los algoritmos de las redes sociales tienden a apuntar a las vulnerabilidades de las personas y luego explotarlas a través de contenidos cada vez más extremos y, por tanto, más entretenidos y posiblemente adictivos.
Si eres un hombre joven, y especialmente si te interesan temas como la masculinidad, la superación personal y un vistazo a los sitios "porno", es probable que te muestren publicaciones que cosifican, devalúan y desacreditan las relaciones familiares, hasta llevatlas a un desgaste extremo.
Mientras tanto, si eres una mujer joven, es probable que estés expuesta a mensajes antienvejecimiento de formas que antes no existían, lo que sólo hace que la búsqueda de la belleza sea aún más laboriosa y costosa. (Y el ideal de belleza es aún más inalcanzable). También corres un alto riesgo de sufrir diversas formas de violencia de género en línea, como el acoso cibernético y afines ...
En resumen
Las noticias no importan, importa lo que digan las redes.
Culpar a las pantallas no nos llevará muy lejos. Tampoco pretender que los esfuerzos realizados a nivel individual puedan ayudarnos a superar problemas sistémicos masivos. (O que deberíamos “simplemente esperar a que mueran las generaciones mayores” para poder heredar toda esa riqueza de los boomers).
Y si bien es deprimente ver cuántos jóvenes se sienten infelices hoy en día, esto también podría tener un lado positivo.
Cuanto más desilusionados nos sentimos con la realidad de nuestra sociedad de consumo hiperindividualista, menos incentivos vemos para respaldar este sistema y las normas que lo guían.
Y, eventualmente, algún día se debe cambiar todo esto ….
Como siempre he sostenido, en este asunto del sexo, más que la pureza, lo que importa es la higiene
La verdadera historia detrás de Winnie the Pooh, uno de los personajes más queridos de la historia de la literatura infantil, cobra vida en el hecho de afirmar que Christopher Robin, en efecto existió, que tuvo una infancia compleja en tiempos de guerra, que creó su mundo imaginario, y que su padre, famoso escritor, fue quien sacó usufructo de ello.
John Wayne Gacy nació en Chicago el 17 de marzo de 1942. Su padre, de ascendencia polaca, fue muy cruel en todo sentido con su hijo, siempre lo había despreciado, lo llamó “amanerado” y abusó con golpes haciasu hijo desde los cuatro años.