No creo que sea nada del otro mundo, el universo de las familias disfuncionales o compuestas en nuestro país, nos lleva tanto a padres que ejercen pero no son y madres … ídem.
Lo que pasa es que las madrastras tienen mala prensa, con las madrastras se han cometido las más atroces injusticias. Los cuentos infantiles la pintan como un monstruo en permanente trance de pellizcar al pequeño héroe o a la heroína del relato y de enemistar al padre con el hijo:
"...la madrastra sentía celos de las buenas cualidades de la muchacha,
lo que hacía que sus hijas fueran más odiosas. Así, cargó sobre la hijastra
los más duros trabajos de la casa, obligándola a fregar el piso y la escalera...".
De esta manera se expresa Charles Perrault sobre la segunda mamá de Cenicienta.
Y los hermanos Grimm no se quedaron atrás:
"Pasó un año, y el rey se casó con otra mujer que era muy hermosa, pero
orgulloso y altanera": así retrataba a la nueva esposa del padre de Blancanieves.
En el cuento "Los hermanos": "Desde que nuestra madre se murió, no hemos hecho más que sufrir; la madrastra nos pega todos los días y si nos acercamos a ella nos echa a patadas. No nos da de comer sino mendrugos... Lo mejor será que nos vayamos por el mundo".
Según la descripción reiterada de los cuentos, las madrastras son orgullosas, altaneras, feas, violentas, tacañas y crueles, además, cuando se les permite escoger entre el bien y el mal, optan por este último.
Pero nos estamos desviando del tema. Lo cierto es que muchos siglos de literatura infantil se han encargado de presentar a la madrastra como una especie de bruja infanticida y perversa. Semejante imagen no queda encasillada en el mundo fantástico de los cuentos, sino que se extiende a la realidad.
Recuerdo que en mis tiempos escolares había un niño cuyo padre, viudo y joven, había contraído matrimonio de nuevo. El niño era famoso en la primaria —a nivel de comentario en voz baja, por supuesto— debido a que tenía madrastra. “Romero tenía madrastra.”
Tenía madrastra como se podía tener una enfermedad contagiosa o una cicatriz. Cuando la señora acudió a la sesión de fin de año, la miramos en corro desde lejos con una mezcla de terror y curiosidad. Era muy bonita, joven, graciosa; la vimos arreglarle dulcemente el uniforme a Romero, pero ni siquiera así logró desprenderse del aura negra que la rodeaba.
—En público las madrastras parecen muy cariñosas —nos susurró Romero,
en pie sobre su sabiduría de nueve años—; pero en la casa torturan a los
niños y sólo son cariñosas con los gatos negros. Les reparten pedacitos de pan con leche todas las mañanas desde la ventana.
Una persona así le metía miedo a cualquiera. Y a nosotros nos produjo escalofrío pensar que la mamá de Romero —perdón: la madrastra— era capaz de semejantes cosas. La verdad es que Romero estaba más influenciado por los cuentos que por la madrastra misma …
Pero no había que extrañarse. ¿No eran así, acaso, las madrastras de Cenicienta, de Blancanieves, de los dos hermanitos?
Lo que Perrault y Grimm nunca dijeron es que pueden contarse historias mucho más terribles, en la realidad, que la de Cenicienta en las cuales el papel protagónico corre a cargo de madres y padres desnaturalizados.
La revista francesa Nouvel Observateur dice que cada año son golpeados, mutilados o muertos por sus auténticos padres 45 mil niños en Francia. Las madrastras no aparecen en las estadísticas. En nuestro país si aparecen, pero acerca del maltrato infantil recogemos este testimonio profesional en el país:
"El 85 por ciento o 98 por ciento de los niños maltratados que detectamos vienen camuflados, o sea que no vienen consultando por los golpes. Es un porcentaje bien pequeñito (de los familiares) que dice me lo golpearon en la escuela, el maestro lo castigó, el padrastro lo golpeó, eso es muy raro" dice José Saravia, Jefe de Pediatría Social del Bloom.
En una de esas las madrastras no son tan malas como dicen... como que los padrastros en nuestro país, tienen mala actitud y mala prensa.
A nadie se le ocurre pensar, en cambio, en lo que sufre una madrastra.
Le toca criar hijos ajenos; quererlos como si fueran propios; chinchinearlos como si los hubiera dado a luz ella misma; disciplinarlos sin incurrir en excesos atribuibles a su supuesta condición de intrusa. Recibe, en recompensa, el peor de los pagos, que empieza por el nombre de su propia filiación: “madrastra.”
En aquellas épocas escolares, madrastras había pocas. Pero con el aumento de divorcios, separaciones y segundos matrimonios, cada día aparecen nuevas madrastras.
Madrastras de hecho y de derecho. Ellas deben sobrellevar la cruz de educar niños ingratos y de peinar con cariño a todos los Romeros, que después las difaman y aseguran que la doña lo tortura en casa mientras reparte pan con leche a los gatos negros.
En nuestras tierras somos muy dados a generalizar y estigmatizar … que tan cierto es lo cierto ?
Para agradecer la venida del 2015 y que se vaya el 2014 de un solo, Salvadoreños, que nos han tratado de la patada estos días a este paisito nuestro que respira apenas y sobrevive sin pisto y con demasiados muertos.
No me tilden de anti social, de hecho, no juego en esa liga. Hay algunos eventos sociales que disfruto y otros que me causan contracción del esfínter.
Compatriota, le quiero confesar algo entre nosotros, entre usted y yo, algo triste, lamentable. Todos los días nos llegan correos electrónicos, mensajes de texto, por las redes sociales y cartas en papel con problemas que mucha gente, muchos salvadoreños tienen y creen que si lo contamos al aire en TV, ese problema se va a solucionar.