Según el informe 2015 de la UNODC (Oficina Naciones Unidas contra la Droga y el Delito)  nuestro país es el tercer país puente para el acarreo mundial de cocaína y efedrina y Centroamérica, el área de máxima expansión para cultivo de opio..

Lo leyó bien? Estamos en el podio de los tres mayores países puentes del mundo de ese veneno blanco llamado cocaína. No hablamos de olimpismo, de un salvadoreño ganando el Nóbel de Física o de un prodigio futbolístico jugando en primera división de Italia … no. Hablamos de veneno en polvo, de sus sucedáneos, de las drogas sintéticas que de la cocaína y la pasta se derivan, del  opio tan asiático que nos imaginamos siempre, y sin embargo en USA hay miles de fumaderos, ojo y no solamente en el Barrio Chino de San Francisco, en todo el país del Norte, y en Centroamérica sembramos y producimos.

 

Tráfico de drogas que deja dividendos considerables,  por lo tanto es una fuente de financiamiento de los grupos extremistas Boko Haram, Estado Islámico, Sendero Luminoso vuelto a nacer … y al grave flagelo de nuestro país, las pandillas .

Es una película del peor terror.

 

El Salvador, ya es una narcocracia?

No, todavía no, el dinero de la droga mueve muchísimos “cambios de camiseta” políticos y trampas semejantes, compra voluntades políticas, jueces, magistrados, alcaldes de puertos y fronteras , gente de la PNC, Aduanas, Migración, Prefectura, etc, pero aún no llegamos ahí.

El libro “Infiltrados” de Héctor Silva Ávalos, narra muchos de estos procesos de corrupción,  si bien todo es más a nivel testimonial y las pruebas recabadas por el autor en su período de labores en la Embajada de El Salvador en USA, muchas pecan de vacío legal, describe un panorama que el estudio de UNODC 2015 ratifica 2 años después, o sea, hay dos operadores mayoritarios, “El cartel de Texis” (Occidente) y “Los Perrones” (Oriente) para la ejecución del puente hacia México y  luego USA, y los operadores menores que venden el producto del pago por estos servicios en las esquinas, o sea las famosas maras.

En los años de los dos gobiernos anteriores, se consolidó el narcotráfico y narcomenudeo en El Salvador.

 

Está claro que el “funesaquismo” dejó una herencia maldita por donde se la mire. Descalabro económico, inequidad creciente, soberbia de estado, fractura social expuesta por el odio que instalaron y los niveles de corrupción más altos desde los “tiempos de conciliación”.

Pero hay algo muy peligroso para todos que no tiene perdón de Dios. Porque dejaron instalar a los narcos, sus operadores políticos hicieron negocios y tuvieron complicidades con algunos patrones del mal, a cambio de distintos financiamientos y permitieron que el narcomenudeo se multiplicara mientras negaban el problema y miraban para otro lado.

Parte de ello, tiene que ver con la “famosa e infausta tregua”, o sea un permiso para que la gente dedicada al narcomenudeo o sea las pandillas, cesaran de matarse entre sí, conservaran sus territorios de venta, y aumentara por lo tanto la transa y consumo, en las calles de nuestro país con total impunidad.

 

El camino de ladrillos blancos hacia la Narcocracia.

Algunas cifras para que se entienda la magnitud de la corrupción. En México la efedrina está prohibida porque se utiliza para fabricar drogas sintéticas como el éxtasis. Por lo tanto vale fortunas. Pero en El Salvador, en promedio, se importaban 1.200 libras por año, en el 2003, para elaboración de productos derivados.

Para el 2015, según el informe, subió el paso de efedrina anual en el país a 20 mil libras. Los operadores mayores compraban la libra a 100 dólares y la vendían a 10.000 dólares. Se da cuenta? La importaban y enseguida exportaban a México de contrabando y ganaban cascadas de dólares. Este negocio puede haber movido hasta el momento más de 500 millones de dólares.

Ideal para colocar o “descolocar” gobernantes, a su conveniencia, en un futuro inmediato.

Eso es una narcocracia.

Tenemos un Estado bobo o cómplice? Demasiados tontos o demasiado astutos? Pobres ineficientes o ricachones de “dinero fácil”?

 

 

Y que nos queda?

Los narcos consolidaron su instalación en El Salvador en estos últimos doce años. No al nivel de Colombia o México. Por ahora no lo lograron. Estamos lejos de esa realidad tenebrosa.

Ya sea por inacción, incapacidad o complicidad, una docena de años en los que se abrieron las puertas y ventanas a los delitos más crueles del crimen organizado para el tráfico de drogas. Por eso es tan grave todo lo que está pasando.

Por eso el gobierno no puede mirar para otro lado. Su desafío es que gobierne el pueblo a través de la democracia o los criminales a través de la narcocracia. Así de grave …

Es una cuestión de vida o muerte. Democracia o narcocracia. Esta batalla recién comienza y usted elige.

Y a El Salvador compatriotas, lo sacamos del hoyo entre todos, o nos hundimos con él.

 

 

(Caricatura de Alecus. El Diario de Hoy.

Informe de UNODC. http://www.ipu.org/splz-e/unga16/drug-report-s.pdf  )