
Que sensación más insoportablemente desesperante, porque pasa, sucede, es un hecho, usted va manejando o en un carro de pasajero en las interminables trabazones de San Salvador y zas!!
Le asaltan aquel retortijón de panza, hinchazón de vejiga, que indican que Miami o Titicaca, no aguantan más, no llegás a destino … imposible.
Que hacés en ese caso? En una trabazón no podés bajarte del carro y simplemente orinar en la cuneta, hay más de 500 espectadores en ese momento a menos de 15 metros de distancia, te empezás a rascar la nariz, buscás una lata ya usada que viste que tu hijo dejó en el carro, apretás las rodillas, si vas solo … es más sencillo.

Si vas con gente, pasajeros, es un martirio … para los pasajeros.
El modelo más económico, es un tubo largo, tipo “mangueril” con una cabeza extraíble (ojo, la del aparato), las alternativas de formas de estas “cabezas” corresponden al género, unas son para meter y orinar, otras para sentarse y orinar.
O sea, llegás al semáforo, sacás el artilugio este, y los que están a la par tuya, ven como tu cara pasa de aquel rictus tipo Frankenstein a una plácida sonrisa de satisfacción. (Ojo … no usar si quedás parqueado a la par de un bus … es más alto).

Claro, eso es perfecto para efectos Orinoco, pero para efectos Chicago, la cuestión cambia, y ahí viene el segundo modelo, es como una sillita para bebé, en aquel momento que el tráfico no avanza, y sentís que el chorizo picante hace de las suyas, ponés el artefacto en tu asiento, te sentás en él, y todo va a una bolsa que se cierra herméticamente.
Claro … después tenés que bajar del carro, con la bolsita de caca en la mano, a ver donde la vas a botar, porque la apestazón debe ser horrible …para los pasajeros.
Aparte, usted debe mediar menos de 1.80 ms y que su carro no sea un Kia chiquito, porque sino tiene que bajarse del carro para el número 2, y en la vía pública …queda feo.

Quienes se inventaron todo eso? Los japoneses, que como trabajan 16 horas diarias, les sobra tiempo para inventar estas cosas … además por más arroz que coman, la necesidad es la misma; lo más interesante es que en Tokio, por ejemplo, más del 87% de la población laboral se conduce en trenes eléctricos y subterráneos, o sea que no usan estas cosas que inventan …
… nos las venden a nosotros.

La empresa se llama Carpool y no tarda en sacar modelos para buses, aviones (cuando tenés que orinar o hay una fila de 15 personas, o la azafata no te deja), y hasta el SITRAMSS …
… si todavía existe para esa fecha.
Desde un inicio, las tarjetas de crédito ..(si !! ese instrumento de tortura), no se fabricaban en plástico … podían ser tokens, monedas de metal con sellos de quien expedía la tarjeta, fibra, papel, hasta que aparecieron las primeras “tarjetas de crédito de plástico” que damos por entendido, es el verdadero nacimiento de este elemento de destrucción de la economía doméstica salvadoreña.

Siendo amante como soy, de las Leyes de Murphy, nos encontramos en 1976, a un verdadero discípulo del Gran Maestro: un profesor de historia económica de la Universidad de California, Berkeley, quien publicó un ensayo que describía las leyes fundamentales de una fuerza que percibía como la mayor amenaza existencial de la humanidad: la estupidez.
Hace algunos años se me desmoronó una idea que muchos salvadoreños dimos por válida durante buena parte de nuestras vidas: