Como lo primero que nos enteramos, es que si armamos un buen grupo, nos sale más barato, o nos regalan dos pasajes (el mío y el de mi mujer por ejemplo) empecé a reclutar gente con la decisión de viajar afuera a turistear.
Nunca pensé en la clase de lío que me estaba metiendo.
Lo primero es lograr salir: todo viaje al exterior de una familia salvadoreña, exige una movilización difícil que incluye bebé, abuela, primo que logró meterse sableando a la tía, esa tía que le teme al avión y necesita emborracharse para poder abordarlo, a su vez acompañando a la tía a clavarse una buena, el vecino que no le tiene miedo al avión, pero es solidario en la materia. El vecino nos siguió la sugerencia y su prole también. En total salimos de Comalapa 19 personas en el grupo, eso implica muchas maletas plastificadas en el aeropuerto.
A la hora que se anuncia el vuelo, la tía (con un zapato menos) y el Vecino (con el zipper bajo) salen cantando “México lindo y Querido”, dizque para practicar para el viaje.
…de tal borrachera se les ha olvidado que vamos a Madrid - Roma - París y de vuelta.
Pasar migración y subir al avión es otro operativo: me convierto en el líder de la manada (me eligen solo por ser abstemio, viendo el ejemplo del Vecino) guardo los pasaportes y el pisto en una especie de canguro interno que se lleva en la pelvis; una suerte de faja con bolsillo que vive sudada por el contacto con la piel y que me exige hacer un semidesnudo público cada vez que necesito sacar dólares para pagar los impuestos o quitármela para pasar por los detectores de metales.
Una vez en el avión, uno deja la maleta en el puesto 3C aunque el asiento que le corresponda sea el 35B. En adelante cada uno de los integrantes del paseo permitirá que salga a flote el personaje que todos llevamos por dentro. Empieza a carretear el avión cuando la tía se da cuenta que perdió un zapato, así que a grito pelado exige parar el avión y volver al bar, el primo arrimado le tapa una bolsa “de emergencia” en la boca, se la pega con esparadrapo, le pone su Ipod con la colección de AC DC a todo volumen (aunque no se pueden usar aparatos todavía) y la tía con una dosis navegable de alcohol en las vísceras, se queda dormida.
Hora de comer … a ver, todo Salvadoreño que se digne de serlo es cliente estrella de cuanto restaurante "All you can eat" exista; si el desayuno está incluido en el pasaje, aprovisiona en la cartera un gran pocote de galletas de soda, frutas y panes, por si por la tarde le da hambre, y cuando llega al hotel va al supermercado para reponer los consumos del minibar. Hay que agarrar de todo y bastante, aun cuando los sobrecargos, vigilan el contenido del carrito, es saqueado como Roma por Odoacro el Visigodo.
Todo viaje suspende temporalmente el estrato, y en el exterior el Salvadoreño, rico o pobre, siente la necesidad de volverse ventajoso. Si no hay vigilante, se vuela el torniquete del metro; si hay buffet, se sirve el doble para que por el precio de uno coman dos; acumula jabones de los hoteles, se roba las batas.
Pero lo que más nos caracteriza cuando estamos fuera del país es la vocación para admirarnos y divertirnos por todo . Si hay una playa nudista, un compatriota es fácil de reconocer porque es el único “con los genitales contentos”.
Fui yo quien sucumbió a la obsesión, no de vivir el viaje, sino de documentarlo: de tomar fotos en todas partes, generalmente con alguna gracia, bien puede ser que una prima haga como si estuviera sosteniendo la torre de Pisa, o la foto grupal, en la que el sobrinito hace la V de victoria con los dedos sobre la cabeza de la abuela.
Y la abuela: en todo paseo la abuela se enferma porque le sienta mal el aire acondicionado. También hay un miembro que cree que se las sabe todas, jura que entiende el mapa del metro y por culpa de él uno acaba perdido; es el mismo que habla un español lento para que los franceses lo entiendan y que siente la responsabilidad de explicarle a quien se tope, sean taxistas o botones, que el país no sólo es maras sino cosas muy positivas como Jorge el “Mágico” González y la Selecta de Playa.
Comprando todo lo que veamos, topando la tarjeta de crédito a doble vuelta, ahí vemos pagamos cuando volvamos … y si nos embargan ? Chis ! Ya conocimos … y que ?
El regreso ? Ja … ese es otro cuento.
Por qué amamos y nos apasionamos tanto por el fútbol si nos hace sufrir de esta manera tan porcina? Que extraño influjo masoquista nos produce este vivir con el culo a dos manos, 90 minutos, una o dos veces por semana?
Quién sos? Ser humano con cara de cinco y media de la mañana que se me presenta en ese rectángulo llamado espejo, para devolverme una cara llena de realidad después de lo bien que me había ido en sueños ... realidad de la que ya no soy dueño?
Este doloroso episodio, lleno de simbolismos, que conocemos como circuncisión, tiene una serie de orígenes diversos y extraños … es más a estas alturas, pleno Siglo XXI, cortar la piel del prepucio del hombre tiene una enorme cantidad de significados diversos … pero siempre dolorosos …