El problema de los salvadoreños es que pasamos mucho tiempo ocupados haciendo nada, pero tratando de hacer creer a los otros de que estamos extremadamente atareados.
Llegar a entender esos puntos de la vida, es esencial, estamos trabajando o estamos “disfrazando” nuestro tiempo libre ? Mejor juguemos a ser sinceros.
Yo paso ocupado diseñando que hacer cuando no tengo nada que hacer, por ejemplo, salgo caminando y hago un paseo cuya dirección se va modificando de acuerdo a algún criterio “x” como, mirar la última cifra de la placa del último carro que se encuentre en cualquiera de las dos aceras de la cuadra.
Entonces, si la última cifra de la matrícula está entre el 0 y el 3, continúo por esa calle. Si la cifra está entre 4 y 6, doblo a la izquierda. Y si está entre el 7 y 9, doblo a la derecha. Es claro que más de una vez, puede pasar que el azar me lleva a pasar una y otra vez por la misma cuadra.
Para estos casos, dispongo de varias rutinas. La que utilizo con más frecuencia la denomino “relación pelo-sexo”. Esta rutina abre mayor número de alternativas a mi conducta.
Funciona así: si la primera persona visible (para mí) en la cuadra es rubia o pelirroja y es
mujer, me fijo si en esa cuadra hay una tiendita. Si la hay, compro una caja de chicles y quedo exonerado de seguir dando vuelta a la manzana, pudiendo llegar hasta la otra cuadra, por la misma calle (tengo otras rutinas para el caso de que la calle tenga tope).
Si no hay tiendita, toco timbre en la primera casa cuya puerta no sea de color café, y si me atienden, pregunto por el doctor Sérpico.
Si no me atienden, hago que me desmayo, y espero hasta que algún buen vecino llame a una ambulancia que me traslade a otra parte (para empezar otro camino con idénticas reglas a partir de allí, ni bien llegue al Seguro o al Hospital público donde vaya a parar, me zafo, total nadie me va a atender), o hasta que llueva, en cuyo caso contraigo la obligación de regresar a casa y mirar dos horas la televisión, sin encenderla.
Si me atienden y me dicen que ahí no hay ningún doctor Sérpico , quedo libre para doblar en la siguiente esquina en dirección contraria a la de mi giro anterior (el que me llevó de vuelta al mismo lugar). Nótese que en ambos casos (tanto la tiendita como tocando timbre en la casa), mi conducta, frente a los curiosos, queda explicada dentro de los cánones habituales de la civilización, puesto que pueden pensar “el fulano se fue desmayado pero volvió porque tuvo antojo de chicles”.
Prosigo con mi explicación. Si la primera persona visible de la cuadra es rubia o pelirroja y es hombre, bajo a la calzada y bailo el “Apolo” de Stravinsky, de acuerdo a la coreografía de Mijhail Gorbachov. Esto también puede ser asimilado por los curiosos como una conducta civilizada, ya que toda civilización tiene que tener sus locos particulares, y si
llaman a una ambulancia para que me encierre en el Psiquiátrico , tanto mejor,
puesto que ya no necesito recurrir a todos estos trucos para saber lo que tengo que hacer
Si la primera persona visible es de cabello negro o castaño y es mujer, me tomo un bus que pare en esa cuadra, o en su defecto, un taxi, y me bajo después de un recorrido de doce cuadras (o de trece, si en la cuadra número doce, no hay parada). Si no pasan buses ni taxis, pido jalón. Y si nadie me para, me dirijo a la cuadra siguiente reptando, o sea arrastrándome (si alguien me interroga acerca del motivo, le miento diciéndole que se trata de una promesa religiosa, cosa de permitirle, también en este caso, encuadrar mi conducta dentro de parámetros civilizados).
Si la primera persona visible es de cabello negro o castaño y es hombre, pierdo la memoria, y lo que haga de ahí en más dependerá de los consejos de quienes me asistan, o de las reglas de conducta que me aplique a mí mismo a partir de entonces.
Si la primera persona visible es canosa, calva o si no hay nadie visible, aprovecho para tratar de robar, en algún almacén o en la casa que me parezca más desprotegida. Pero una vez hecho el robo, lo deposito en la acera y trato de llamar la atención de algún vecino , diciendo que alguien quería robar y al yo sorprenderlo, huyó.
De esta manera, a veces percibo recompensas, conozco nuevas amistades. Y si me sorprenden con lo robado antes de haberlo depositado, mucho mejor, pues de ahí en más será la policía y el poder judicial quienes indiquen de qué modo en que debo emplear mí tiempo libre.
Como podrán observar, todo es cuestión es sistema y método, se hace lo que se puede, con lo que se tiene…
No es que fuera tan determinante ni tan así como el titulo lo plantea, pero el problema que Luis XVI tenia (que tampoco era tan problemita eréctil) era una fimosis, lo que significa que Luis XVI, el último Rey de Francia pre revolucionaria no era ni homosexual, ni estéril ni nada de lo que se le ha imputado después, simplemente, según el testimonio de su medico francés de corte:
Compatriota, le quiero confesar algo entre nosotros, entre usted y yo, algo triste, lamentable. Todos los días nos llegan correos electrónicos, mensajes de texto, por las redes sociales y cartas en papel con problemas que mucha gente, muchos salvadoreños tienen y creen que si lo contamos al aire en TV, ese problema se va a solucionar.
El Salvador, país nuestro querido, vive un tiempo de polarización que además de ser absurdo, carente de argumentos, simplista, berrinche de niños bochincheros … es insoportable.