A inicio de los setentas, yo era pianista de un bar, Rita era la mesera, era un bar pequeño, lo suficientemente grande para que mi piano se escuchara pero demasiado pequeño para los sueños de Rita…
Rita soñaba ser artista, quería cantar, actuar, cuando la clientela era poca cantaba mis canciones, las cuales se sabía de memoria, pero bajito, para que nadie la escuchara y cuando la clientela era mucha, yo la ayudaba a atender las mesas en mis momentos libres.
Eso éramos Rita y yo, compartíamos mi almohada de vez en cuando, no porque yo la considerara esencialmente bonita ni ella me encontrara atractivo, era un amor de amigos, me gustaba su perfume, y des pues del amor, sobre mi cama, me actuaba papeles de divas que había visto en el cine, o me cantaba canciones imitando la voz de alguna cantante famosa.
No cantaba mal, era una mujer llena de ilusiones, que apenas consideraba nuestro pequeño bar como un paso transitorio a la fama que sabía que le esperaba en algún escenario.
Fue entonces que decidió mandar su carta, famosa carta a una productora importante para que le dieran una oportunidad, de mostrar su talento, sus aptitudes, en fin ..una audición.
Preparamos todo, grabamos una canción cantada por ella, yo toqué el piano y con unos pocos ahorros pagamos un estudio de grabación y un fotógrafo que le sacó un retrato glamoroso y un ojo de la cara, a nivel de dinero, para darle una pose de Marilyn Monroe, que Rita acomodó primorosamente en un sobre con todos sus datos y cartas y fotos y canción.
De ahí comenzó la espera… día tras día, esperar el correo con la contestación, ella sentía el grito del cartero y corría a la puerta esperando su contestación. Yo le decía que cuando llegara a Hollywood o donde fuera, me mandara una postal, para conocer, para colgar en la puerta de mi refrigeradora.
Y pasaron los días… ya estamos en el dos mil y fichas, yo, con un poco de artritis en mis dedos, medio calvo y bastante viejo, sigo tocando el piano en este bar…
.... Rita nunca recibió su carta ni yo mi postal de Hollywood para colgar en la puerta de mi refrigeradora… Rita, más gruesa y malhumorada, sigue siendo, por supuesto, la mesera de este bar…
“Los que nunca nadie sabe, de donde son …” (Roque Dalton).
Recapitulo, tenés cinco chats privados o dizque privados, porque no hay nada en WhatsApp que no se sepa, divulgue y cualquier joven en edades masturbaticias te hackee a diario ….para después extorsionarte o hacerlo público.
Debajo del zapato viejo con tres días de uso, los calcetines sucios y tu mirada enfocada hacia ninguna parte, un pedazo de periódico de ayer, reza la noticia ... y habla de ti ...“Mala madre” ... dice.
En el puesto de la policía, donde cumples tus setenta y dos horas en una banca vieja de madera, la gente pasa, va y sale, apurada haciendo nada, encargada de todo, conversadores de cafetería, pero les queda chance para señalarte ... “Mala madre” ... dicen.