Para hacer “esas cosas” (llamaremos así “esas cosas” a lo que comúnmente denominamos como …. eh …. “esas cosas”), los salvadoreños ocupamos una serie de locaciones físicas, estacionarias o ambulatorias.
Usted recuerda su primera vez? dónde fue?, me refiero a que si recuerdas en que sitio se procedió a la ejecución de “esas cosas” … seguramente fue un lugar no previsto, lleno de riesgos y con la enorme oportunidad de ser descubierto o cachado in fraganti.
Porque no es por nada, pero para la primera vez escogemos cada sitio! Claro, hasta que nos agarran.
Empezás usando alguna azotea, cuarto de servicio, parqueo público o algún callejón, cerca del cine, de la escuela o de casa, la casa de un amigo prestada mientras sus papás no estaban, quien no se encerró con una compañera de trabajo en una bodega de la oficina sin ventanas y sin aire media hora lujuriosa?
Por ejemplo … la fila de atrás del cine, cuando los cines todavía eran grandes, en cuanto el boletero percibía el más mínimo susurro o ruido presuntamente provocado por un roce, te enfocaba con la linterna, te pegaba una luceada galana y como éramos menos en aquellas épocas de cines grandes, te decía:
- Aja Danielito, estate quieto con las manos y esa tu noviecita, que si no se lo digo a tu madre y al director del colegio.
Y eso sí que era un lío, en cuanto llegabas a casa tu madre ya lo sabía, la madre de tu noviecita también y como ellas todas las demás madres porque no existían los celulares pero el "tam-tam" del tambor de la tribu, funcionaba de cine a casa, de casa a casa y de casa a la escuela.
Un tiempo más adelante, la necesidad de "espacios de intimidad" nos hacía buscar lugares lo suficientemente tranquilos y accesibles como para poder ser "visitados" en los momentos en los que fuera necesario. El problema es que solían estar muy concurridos.
Por ejemplo, un paseo al parque, cuando todavía teníamos árboles, cuando no se los habían volado todos de un solo para hacer la Diego de Holguín. Tenía sus problemas, la hierba puede resultar muy excitante, pero la humedad y los insectos no.
Hablando de insectoss, una vez, a lo tonto, como que no quiere la cosa, una noche de agosto, ella y yo acabamos sobre la hierba, ligeros de ropa, ella solo con una cinta en la frente, yo solo con la marca del reloj. Habíamos escogido un lugar bastante tranquilo, protegido de miradas indiscretas, bajo un roble, con una hermosa vista al volcán. Nos habíamos revolcado literalmente sobre la hierba, rodando a un lado y a otro.
En un momento del juego, de momento solo era eso, ella se colocó a horcajadas sobre mi. Y me miró, con una mirada capaz de dejar a la Antártida sin hielo. Yo anticipaba momentos muy felices. Ella se quitó la cinta del pelo y la arrojó al montón de la ropa. Un hormigueo recorrió mi cuerpo. la excitación era intensa. Ella comenzó a moverse, mi corazón comenzó a latir aceleradamente, mi respiración se hizo profunda. Una intensa sensación recorrió toda mi piel. Un alfilerazo me taladró la espalda.
- Marielaaaaaaaaa bajateeeeeeee !!!!
Ella de un salto se puso de pie, parecía asustada. Estaba asustada. Pero apenas vi su cara, en cuanto ella me dejó, di un salto, y comencé a correr mientras efectuaba un extraño baile. Yo corría y saltaba mientras me contorsionaba. En un momento que pasé cerca de ella la vi dando patadas al suelo mientras se golpeaba con sonoros cachetes las piernas y los muslos.
Me paré frente a ella para ver que hacía y ella hizo lo mismo. Muestras miradas se cruzaron y al unísono se dirigieron al lugar donde habíamos estado acostados. Era fácil de localizar, la hierba estaba aplastada y cubierta de feroces y enormes hormigas rojas.
Nunca volví a aquel sitio pero guardé la cinta de ella como recuerdo.
Algo así … “Ella Empezó a desnudarse lentamente. Vuelto de espaldas, yo alcanzaba a ver tan sólo su oscuro reflejo en la ventana. Pero escuchaba como una música suave el murmullo que hacían, al liberar su cuerpo, sus prendas de polihexametileno adipamídico”.
Por más cruel que sea la distancia
por más fuerte que se vuelva la ausencia,
Por irreversible que parezca el camino,
aquí estoy pensando una vez más en ti.
(Este post fue publicado por El Diario de Hoy en el año 2000, cuando se estrenó Gladiador, me indignó tanta metida de pata. 20 años después se ha vuelto a proyectar la película en TV y un documental “The making of …”, sigo indignado y añado observaciones al 2020).