Yo nací y crecí en la humareda difusa del incienso del nacionalismo católico, lleno de muchas tradiciones, costumbres … iba a decir normas de “buen vivir” pero hoy eso cualquiera lo ocupa, en fin … coleccionando gradas para construir mi escalera al cielo.

Todo está muy bien, hasta que llegás a los 13 años, mas o menos, y de pronto  algunas de estas tradiciones basadas en la constante aplicación del “no”, se van volviendo un poco obsoletas,  sobre todo en el caso de los asuntos sexuales,  que ya olían así a rancio, cerrado, a mugre, a necesidad de ventilarse un poco, a naftalina, a sacristía y a bacalao.

La eterna canción de que todo era pecado, bueno, todo no, otras cosas  simplemente estaban prohibidas.

Estar gordito era buena señal. “Tan hermosote te ha salido el cipote Renata” decía una amiga de mamá pellizcándonos un cachete y uno era un lechoncito de 30 libras envuelto en pañales de tela.

 

Más tarde, los juegos interminables en las calles, las cacerías de lagartijas y de grillos, robar los calzones de los tendederos de las casas de las niñas, los sándwiches de mortadela y pepino, los helados del Pops, aquellos pantalones cortos tan apretados … como que tenían que durar de un año para otro y además servir para el siguiente hermano o primo!. Pues yo crecí en una sociedad donde el sexo no es que fuera pecado, es que no existía.

Creo que la primera vez que oí la palabra sexo fue en clase de religión, algo relacionado con los ángeles.

Recuerdo también el momento de la primera confesión, el cura manifestaba especial interés en saber si había cometido actos impuros. Yo la verdad aquello no lo entendía muy bien. No tenía ni idea de que demonios podía ser un acto impuro. Alguno si que se me ocurría, bastante escatológico por cierto, pero eso al fin y al cabo era algo obligado, una necesidad fisiológica. Sinceramente, no creo que fuese eso por lo que preguntaba el cura.

Creo que será conveniente pasar un poco por alto lo del primer beso, no fue tan emocionante como algunos se empeñaban en decir ni tan repugnante como decían otros. Si fue especial, al fin y al cabo era el primer beso, casi robado, casi un roce, del todo furtivo, un beso a ciegas, inolvidable, como ella. Las primeras veces siempre marcan. Y el primer beso con lengua?. Yo me tragué su chicle.

También pasaré por alto la época manual. Si hombre, aquella en la que todo el sexo se refería a lo que tocabas. Se trataba de eso, de meter mano en los sitios que podías y claro, luego pasaba lo que pasaba.

La cosa se complicaba cuando tenias una novia "formal"... entonces se trataba de meter... aunque he de reconocer que lo único que metíamos era la pata en su más genuina y popular acepción.

Una de las cosas que recuerdo de aquella época eran los condones. Yo aún recuerdo mi primer condón. Lo llevé conmigo unos seis o siete años escondidito en la cartera. Me dolió desprenderme de él. Le acabé tomando cariño. Se fue virgen, algo absolutamente indigno para un condón pero había caducado. Eso si, me dejó un duradero recuerdo en mi cartera, tanto tiempo guardado allí dentro que dejó marcada su forma en la piel de la billetera. Una circunferencia nítida, perfectamente apreciable. Se notaba de lejos.

  Hasta que al fin!

Después de muchos ires y venires, uno logra que “aquella chica” de quien todos dicen tiene “sábana inquieta”, aunque ninguno jamás ha llegado a compartir sus sábanas, porque para hablar tonteras somos buenos … te acepta una cita al cine.

Todo listo, carro prestado de papá, loción, camisa nueva, del cine nos escapamos a la mitad de la “peli” por lo caliente que estaba nuestro propio juego previo en las filas de atrás (recuerden que los cines eran más grandes), a una lomita , dentro del carro, la noche oscura, sigue el prólogo de besos, manos y caricias y bueeeeee!

Sacás al final, el bendito preservativo guardado por años en la cartera, tratás de abrir el sobre, nerviosamente se te desliza, la señorita se impacienta … tratás de abrirlo con los dientes, se te queda todo ese aceite ligoso en la boca y los dedos, ella te mira con cara de asco …. Al fin lograste sacarlo!!

Ella sigue mirándote y tú notas como se "mosquea", consecuentemente tu también te "enfrías".

Si te enfriás no tiene caso ponerse el hule ese bendito ….ella pone su mano, en la tuya, tierna, extrañamente temblorosa y suave y te susurra al oído:

-          No te preocupés … hoy también es mi primera vez.

Aleluya, ya no es una rival a quien demostrarle tu pericia, es tan poco experta como tu (al menos eso dice) y todo vuelve a su cauce por arte de magia ….

Consigues ponerte el condón, más o menos y entran … a lo básico.

Se acaba y empieza otro pequeño problema, qué haces con la gomita?, Ya está usada, La tirás?, Dónde? Porque estás en un carro, en un sitio apartado, no hay condoneras, ni nada parecido.

Ella ya se vistió, ha fumado su cigarrillo, se ha sentado en el asiento de delante y tu sigues en el asiento de atrás, en bolas y con el condón en la mano sin saber que hacer con él.

Justo cuando te bajás, a ver donde botarlo, medio desnudo, te cacha un alucinante haz de luz de los focos de un carro y sus sirenas que llegan, apartás la cara más que nada para que no te reconozcan y de repente el coche se para dejándote en medio de toda la luz y se oye:

-          Policía joven! De espaldas y las manos sobre el carro por favor ! No intente ningún movimiento sospechoso !

Y uno ahí, de pie en medio de toda la luz, en mangas de camisa, con el zipper a medio cerrar …

y el condón usado en la mano...