Al respecto del inicio de este mes de febrero, mes del amor y la amistad, blablablá y todos sus objetivos comerciales, hace mucho, mucho tiempo, yo tenía una novia buena y hermosa.
Me amaba con una devoción tal, que no pude resistir la tentación de ser malvado y villano. Me regocijaba en la traición, en el capricho, en la impuntualidad, en la mentira gratuita, porque si, solo para molestar …
Ella lloraba en secreto, cuando yo no la veía, pues sabía que su llanto me irritaba. Pero un día, un incidente, que ni siquiera recuerdo me despertó el temor de perderla.
El amor crece con el miedo. Mi conducta cambió. Me fui haciendo bueno. Quise pagar el daño que había hecho y empecé a vivir por y para ella.
La besaba en cada rincón solitario posible, le hacía el amor en todos los moteles de paso. Le cantaba canciones de Barry Manilow, le recitaba poemas de Benedetti. La llevaba a pasear por los lugares más hermosos del mundo. Le imponía aventuras inesperadas. Me hice sabio y generoso sólo para merecer su amor.
Pero un día me dejó.
—No te quiero más —me dijo, y se fue.
Supliqué un poco, sólo un poco, porque era bueno, porque queda bien. Después me puse a esperar la muerte sentado en un umbral.
Al cabo de un tiempo, aparecieron los celos. Pensé que seguramente me había dejado por otro. Decidí averiguarlo.
Indagué a los amigos comunes, pero todos me respondían con un aire de trabajosa indiferencia.
Resolví seguirla. Pasaba las noches acechando su puerta. Durante el día, me apostaba en la esquina de su trabajo. El resultado de mis pesquisas fue nulo. Mi novia se desplazaba por circuitos inocentes. Perdí mi empleo, mi dinero, mi salud y hasta mis amistades.
Mi vida era una perpetua vigilancia …24/7
Pasaron largos meses sin que nada ocurriera. Hasta que una noche la vi salir de su casa con aire decidido.
Tuve el presentimiento de que iba a encontrarse con un hombre, tal vez porque estaba demasiado linda.
La seguí entre las sombras y vi que se detenía en una esquina que yo conocía bien. Me escondí en un portal. Ella se detuvo y esperó, esperó mucho.
Cerca de una hora después, apareció un hombre alto, oscuro, soberbio. Algo familiar había en su paso. Ella intentó una caricia, pero él la rechazó.
Inmediatamente comprendí que el hombre se complacía en verla sufrir y amar al mismo tiempo. Se trataba de un sujeto diabólico. Cada tanto, me llegaban ráfagas de una risa vulgar. No podía concebirse un individuo más vil y detestable … malvado y villano.
Caminaron. Tomaron un rumbo que no me sorprendió.
Al llegar a la luz de una avenida, pude ver que aquel hombre ... era yo …
Yo mismo, pero antes, con mis imbecilidades, con mis errores, con todos mis defectos. Con el desdén cósmico que tanto me había costado borrar del alma, con la maldad de mis peores épocas …
… con la impunidad de los necios …
No pude soportarlo. Pensé en cruzar la calle y pegarme un balazo en las sienes, pero me tuve miedo, además nunca tuve un arma.
Quise gritar, ordenarme a mí mismo dejar tranquila a aquella señorita tan buena y noble. Pero el imperativo no tiene primera persona y no supe qué decirme ….
Se detuvieron un instante y pasé delante de ellos.
Ella no me vio.
Yo sí me vi.
Me miré con un gesto de advertencia …
… como diciéndome … “no seas tan estúpido, tratala como se merece,es una gran mujer” …
Después los perdí de vista y me quedé llorando.
(Pequeña parodia de las pláticas “de hombres” cuando hablamos de mujeres, claro, sin mujeres cerca).
Las consecuencias fueron trágicas, tanto por las vidas perdidas (de 4000 a 6000), como por los compatriotas desalojados de Honduras …