Y no era linda, o sea, no era una belleza, sino más bien todo lo contrario, con sus gafas gruesas y su cuerpo tan delgado y frágil no llamaba la atención de sus compañeros de universidad a su alrededor.
Eso sí, cuando era la hora de un examen final difícil, o de un trabajo en grupo complicado, todos buscaban a digamos Andrea, porque sabían que su ayuda o su intervención en un trabajo grupal, debido a su notable inteligencia y capacidad académica era garantía de éxito en las calificaciones de manera archi segura… ahora bien, esos mismos compañeros eran los que no la invitaban a salir, ni la hacían partícipe de fiestas ni eventos simplemente porque no les interesaba como mujer, sino como eficaz compañera de estudios.
Las noches de digamos Andrea rozaban muy cerca con la soledad absoluta, en casa con sus libros, un gato muy amigo sin nombre, y esa sensación de que la vida pasa de largo, sin hacerla partícipe.
Pero un día digamos que Andrea, se cansó, simplemente se aburrió de tanta soledad y ser un ratoncito entre libros y se fue a la tienda de accesorios humanos más cercana, a comprar todo aquello que la naturaleza no le había dado… y compró ojos verdes, y estatura, y partes de su cuerpo que necesitaban ser más prominentes, y compró sonrisas perfectas, miradas sugestivas, y compró encanto, y compró simpatía y con lo que le quedaba de sus ahorros compró un par de metros cúbicos de sensualidad.
A los pocos días, digamos Andrea era la sensación de la universidad, la mujer perfecta, era bellísima, agradable, simpática y encima de todo, muy inteligente. Comenzaron a llover las propuestas para salir, los galanes con miradas astutas y los que la miraban pasar con cara de bobos, se podría decir que digamos Andrea fue esporádicamente feliz.
Y digo esporádicamente feliz, porque su don de gente, su inteligencia y sabiduría le decían y le recordaban a cada instante que todo eso era tan superficial, tan vano, tan vacío, tan de mentiras, tan prestado… que simplemente no pudo sostener la situación más tiempo…
Y regresó a la tienda de accesorios humanos y devolvió cada una de las piezas artificiales que había comprado y pidió su dinero de regreso, y después de mucha discusión solo le reintegraron el treinta por ciento…
Hoy se puede encontrar a digamos Andrea, cada noche, en la soledad de su habitación, con sus libros, pero mucho más segura de sí misma, de lo que quiere y de lo que no quiere… por cierto, el gato ha sido bautizado como digamos Bartolomé…
Qué malo es el miedo … no? Los seres humanos no estamos preparados para el miedo, no nos sabemos comportar con dignidad. No hay más que ver la cantidad de actitudes estúpidas que tomamos cuando tenemos miedo.
“En tiempos de crisis”, dijo Winston Churchill, “los mitos tienen una importancia histórica”. El ex primer ministro británico tenía razón al decir que los mitos pueden inspirar a los soldados a tener coraje en el campo de batalla, a pesar de las abrumadoras probabilidades de muerte.
Sin embargo, algunos mitos se han contado durante tanto tiempo que casi todo el mundo piensa que son ciertos.
Roque Sáenz Peña, fue Presidente de Argentina, entre 1910 y 1914, hijo de Presidente (Luis Saénz Peña entre 1892 y 1895), y era el Presidente Argentino cuando inició la Primera Guerra Mundial …