David se levantó muy temprano para ir al cementerio, ese día limpiaría la tumba de sus padres, pero se le hizo demasiado tarde, llevaba una piocha, un azadón y una botella de agua para realizar su actividad; al llegar, el celador le dijo:
-Vino tarde al cementerio, está muy lleno-
-Ya me di cuenta-respondió David, con esta multitud no creo que pueda encontrar la tumba de mis padres.
-Espere o regrese mañana-dijo el celador.
-No puedo-respondió, mañana tengo que ir a trabajar, no me queda de otra, voy a esperar.
Se sentó junto al celador, observaron cómo la gente llegaba al cementerio para adornar las tumbas de sus parientes, parecía un mercado, pero lleno de colores llamativos, olores de comida, flores y monte que impregnaban el ambiente.
-¿Cuánta gente?-dijo David al celador.
-Mucha diría yo-respondió, solo para este día se recuerdan, los otros 364 días del año pasa sólo el cementerio, sin un alma, pero sin un alma viva; en este día no se aplica eso de descansen en paz, que paz va a ver con todo este bullicio, algarabía, gritos, llantos, músicos, lo de descansar en paz es lo de menos este día.
-¿Cuántos años tiene de ser celador?-preguntó.
-Ya tengo muchos-respondió, yo creo que así me voy a jubilar, es más ya tengo mi puestecito apartado en este cementerio; por si acaso.
-Supongo que más de alguna vez lo han asustado-mencionó.
-Mire don, eso de que asustan es relativo, que almas en pena, fantasmas, espíritus, son inventos de la gente, asustan los vivos, los muertos ya pasaron a mejor vida-no crea esas cosas don David.
-¿A quiénes viene a ver?-pregunto el celador.
-A mi papá y mi mamá-
-¿Los dos están en este cementerio?-
-Acá los enterramos a los dos-respondió David.
-¿Y solo esa piocha y azadón trae para arreglar la tumba?-pregunto el celador.
-Sí solo eso, ahh!! y una cuma por si tengo que chapodar algo de monte-respondió.
-Bueno si quiere le ayudo a buscar la tumba de sus padres y así pueda empezar a arreglarla, ¿pero ni una flor o corona, trae?-le volvió a insistir el celador.
-Pues no, solamente haré lo que ya le dije-contestó.
-Allá afuera puede ir a comprar alguna flor, corona o algo-le dijo el celador.
-No creo-insistió David.
-Fue un buen hijo entonces…- dijo afirmando el celador.
-No entiendo lo que me quiere decir-respondió David.
-No quiero ser metido ni inmiscuirme en las vidas de las personas, pero para que vea como uno ha vivido y tratado a sus padres solo basta con dar un paseo por este cementerio-acompáñeme le dijo-y se dará cuenta de lo poco atentos y cuidadosos que fuimos con nuestros parientes o para el caso suyo sus padres.
Se adentraron por los pasajes del cementerio y un señor gritaba: “permiso, permiso, den permiso”, cargaba una corona de ciprés muy olorosa de gran diámetro, parecía una llanta de autobús solo que de color verde, se le notaba en el sudor que despedía y en la cara, el esfuerzo al cargarla.
-Mire ese señor-dijo el celador, ese hombre ya ni puede con la corona de ciprés. ¿Cómo cree que fue en vida con las personas, que ahora recuerda con esa corona?
-Bueno-dijo David lo hace porque las quería y les tenía aprecio.
-¡Mentiras!-dijo el celador, eso es paja, eso se llama sentimiento de culpa, el piensa que poniendo una corona grandísima, apaciguará su sentimiento de culpa.
-¿Cree eso?-le contestó.
-¡Eso no es nada!-le dijo el celador.
Siguieron por los pasajes y encontraron varias tumbas ya arregladas, bien pintadas, resplandecían por su pulcritud, “mire esta tumba”-le dijo el celador- esta enchapada de piedra granito, piedras de laja incrustadas, formando una cruz con los bordes resaltados con gran cuidado en bronce.
-Vaya esta si es una tumba-dijo David, ¿tienen dinero quizás?-preguntó.
-Tal vez, pero para qué tanto lujo, si al final el que está 7 pies bajo tierra no ve nada, ¿para qué?, ¿para qué?-dijo el celador, además mire pues hasta comida y botellas de licor le han dejado como adorno; ¿podrá creer?
A lo lejos oyeron el lamento y llanto de unas gentes junto a una tumba, parecía que acababan de enterrar a algún pariente cercano, cuando se acercó David y el celador observaron que las personas lloraban ante la tumba de un pariente fallecido y enterrado anteriormente.
-Esos son los hubiera-le dijo el celador.
¿Los hubiera, no le entiendo?-le respondió David.
-Si Don, los hubiera, porque vienen todos los años, se ponen a decir: “si te hubiera dado esto y aquello, si hubiera cuidado más de vos, si hubiera sido más buena gente, si hubiera, si hubiera”-me entiende Don.
-Si, ya le capte lo que me quiere decir-respondió David.
Siguieron caminado por el cementerio el sonido fuerte de una trompeta y violín los sobresaltó, luego se percataron que era una voz muy potente que decía: “Ya llegué de donde andaba….”
-Mire celador son mariachis, ¿pero mariachis acá en el cementerio?-le preguntó.
-Así es Don, todos los años el hijo de ese difunto se los trae, dice que fue su última voluntad-no cree don David que hubiera sido mejor llevárselos para que los escuchara en vida, que va andar oyendo ahorita el difunto.
-Sí, quizás tiene razón celador, eso hubiera sido lo mejor-le mencionó.
Cuando se alejaban oyeron la voz del mariachi que cantaba: “Pero sigo siendo el Rey…..”
Continuaron recorrieron el cementerio y no encontraban la tumba de los padres de David, “¿no se acuerda por donde más o menos estaba la tumba de sus papás?”-le pregunto el celador a David-.
-No sé pero estaba por un árbol de conacaste frondoso-respondió.
-Entonces estamos casi cerca-
Al mismo tiempo observaron unos jóvenes de cabello largo cantando, tocando guitarra sobre una tumba, el celador dijo: “mire esos que respeto le pueden tener al difunto”, “quizás es un amigo de ellos que falleció”-respondió David-.
-Por qué dice eso-.pregunto el celador
-Eso dice la lápida del que murió, al parecer estaba joven-le respondió David.
Uno de ellos dijo don: “tómenos una foto a todos, pero que salga la tumba de nuestro entrañable amigo”; hey, le dijo uno de ellos, después la subís al Facebook, “jóvenes irreverentes”-dijo el celador-.
Al final del pasaje fueron viendo varias tumbas bien arregladas, aseadas, adornadas, unas tenían comida, otras fotos, unas ropas de los difuntos, a varias les habían dejado hojuelas con miel y una tenía un uniforme deportivo completo de futbol de una marca reconocida, el celador le comentó a David que todos los años dejaban al difunto un uniforme deportivo.
-¿Y para qué?-le preguntó David.
-Dicen que no jugaba muy bien al futbol cuando estaba vivo, que en la otra vida a lo mejor sería un buen futbolista- ¡podrá creer Don! Podrá creer; no sé para que dejan tantas babosadas a los difuntos, en vida se las hubieran dado-exclamó el celador.
-Mire celador acá esta la tumba de mis padres-
-Al fin, dijo también el celador-“mire como la tienen de pateada y desordenada”.
-No se preocupe celador, ya la aseo, la limpio y la chapodo-
-Ya necesita un cambio de cruz-le dijo el celador.
-El otro año tal vez, ahorita no me alcanza para cambiarla-le respondió.
-Se ve que lo hace sin remordimientos-le comentó el celador a David.
-Lo hago con gusto, mire celador cuando estaban con vida mis padres, hice lo que pude para atenderlos, cuidarlos, sacarlos a pasear, dentro de mis posibilidades hice lo que estaba a mi alcance, los atendí como pude-le respondió.
-Ya ve por eso le dije que era un buen hijo, todo se los hizo en vida, ya muertos ¡para qué!, ¡para qué!-dijo el celador.
David arregló la tumba, la chapodó, la aseó, hizo un cúmulo de tierra alargado de 1.75 metros de largo por 0.70 de ancho, se inclinó al frente de la tumba e hizo una oración, el celador se quitó la gorra que andaba y también lo acompañó.
-Sabe qué don David, estoy pensando que cuando uno se muere no se lleva nada para el hoyo-
-Y eso porque me lo dice-le dijo David.
-Es más voy a vender el pedazo que tengo en este cementerio y que me tiren al fuego mejor-
-Quiere decir que lo cremen-le respondió David.
-Eso quise decir Don; no quiero que me vengan a dejar babosadas y chunches encima de mi tumba, ¡para qué!, ¡para qué!-exclamó el celador.
-Tiene razón celador creo que es mejor darlo en vida, en vida-le dijo David.
En estos días de cambios temperamentales del clima, llueve a veces, hace calor siempre … en estos días de enriquecimiento de los laboratorios fabricantes de antigripales, es bueno echar un vistazo a nuestra mejor maestra, la Historia, acerca de todas las repercusiones y vaivenes que el estornudo ha tenido a través de los tiempos… para qué?
“En El Salvador no hay gente de piel negra, porque prohibimos su ingreso en el siglo XIX, para evitar la esclavitud”. (Muy erróneo pero muy repetido mito popular).
Habíamos empezado a hablar hacía algún tiempo, de forma casual. Creo que éramos de esas personas que sin conocernos, practicábamos el oficio de caernos mal ….