Como que todos hemos pasado el fin de semana de farra. Vamos, usted también, estas épocas de Acción de Gracias, Viernes Negro y Navidad nos alborotan a todos …
Puede sonar muy divertido pero en realidad es toda una odisea. Para empezar llegás a la discoteca (en realidad …para mi edad, ya vamos llegando a la “viejotheque”)… la misma de siempre con tus amigos de siempre para encontrarte; con lo de siempre. Hasta la música, es la de siempre. Entre la gente que ves hay de todo un poco …
Tenemos a aquella veterana con dinero y pocos escrúpulos, que va buscando a los más jovencitos que caen borrachos por la noche; al fulano que se quedó pegado en los 80s con la películas de Travolta y “Fama” o “Footloose” e intenta por todos los medios imitar los bailes, aunque esté 35 años desfasado, y peor aún aquella señorita, que se sienta en los sofás (más aburrida que la transmisión de una sesión de la Asamblea Legislativa) y que cuando le miran pone una cara de diversión total … a ver si enganchan algo.
Entonces, visto lo visto te vas a la barra, a ver si el bar tender tiene alguna novedad, algún grupo de visitantes nuevos, alguna turista extranjera, y en último caso … algún chambre futbolístico …
Entonces apareció Agatha…
- Hola extraterrestre – me dijo, a todos los hombres los llama extraterrestres, todos creen que es para darse aires de intelectual, de autosuficiencia, pero para mí lo hace para evitar memorizarse el nombre de tanto hombre que conoce.
No sé si me gusta Agatha, es amiga de años, del grupo de amigos de siempre, muy amiga de una mi ex novia, Marisol, que se casó con otro … tiene un cuerpo espectacular pero unas facciones raras, de aquellas hechas con escuadra de 45 grados rota, contahecha … bah! medio torcidas, como el túnel de la Masferrer, una voz nasal extraña y un aire de superioridad intelectual … pero bue … era mi única conocida esa noche.
- Gastón (soy yo), necesito pedirte un favor muy especial … - me dijo Agatha- quiero que me acompañes al servicio sanitario, pero no te hagas muchas ilusiones …
- Que te …que? Que te acompañe al servicio sanitario? Pero no que las mujeres van siempre con una amiga?
- Mirá a tu alrededor extraterrestre … ves alguna amiga nuestra en común en alguna parte?
- No, pero si mi partida de nacimiento, DUI y nivel de testosterona no mienten, yo soy hombre y entrar a un baño de mujeres …
- Vos sabés que soy muy filosófica – me dice con mucha seguridad Agatha - quiero aclararte esa pregunta que no deja dormir a los hombres por las noches … Por qué las mujeres vamos juntas al baño?
Pues tenés que cruzar todo el bar para llegar, y esto es la selva, porque todo el mundo sabe que los baños siempre están al fondo, tenés que ir esquivando manotazos, y borrachos babosos … Cuando por fin llegas te encuentras una cola de unas cinco personas y comienzas a bailar de una forma un tanto extraña, primero para no aburrirte y segundo porque tenés ganas de hacer pipí … y lo mejor en esos casos es tener alguien con quien hablar para distraerse.
- Agatha … va contra mis principios …
- Mirá y escúchame bien! Tu ex, mi amiga, Marisol me confesó que por lo único que le dolía dejarte era tu caballerosidad, que siempre has sido un caballero … y a falta de amigas que me acompañen para ir al baño, necesito un caballero!
Me dispuse a pasar los 10 minutos más engorrosos de mi vida, pero fui … además me ayudó a terminar de desentrampar el misterio de las “idas de a dos femeninas” al baño.
Primer problema, las mujeres siempre llevan cartera, dónde la dejan? Se la cuelgan al cuello? En el suelo? Puajjjjj … no, se la endosan a la amiga (recuerden que en este caso, por solidaridad, soy yo).
Segundo. La puerta. Nunca le funciona la chapa, la cerradura, el llavín, el pestillo. Ellas necesitan intimidad, así que apoyas un pie en la puerta y haces fuerza para afuera, por supuesto, de espaldas a Agatha, para que no entre nadie.
- Ah ah ah … y nada de mirar por el espejo! – te regaña a priori.
Tercero. El espejo en sí, el del baño del antro es una miseria de pequeño, así que detenés uno que Agatha saca de la cartera que llevás colgada al cuello, mientras ella se retoca.
Y ahí estaba yo con el espejo en la mano, el bolso al cuello y la pata apoyada en la puerta.
- Puede pasar que no haya papel (nunca hay) así que metés la mano en el bolso como puedas para agarrar el kleenex. – te explica Agatha.
Fue agotador, pero saco en conclusión de que aprendí dos cosas más de la vida, primero, un misterio revelado muy pocas veces a los hombres y segundo …
… que la voz nasal de Agatha ya no me molesta en lo más mínimo.
A Usted
la tengo amarrada a mis anhelos
a mis ganas de sentir
a mi imperante, insustituible, indispensable, caótica y urgente
necesidad de una mínima muestra de afecto ...
Cuando del Viejo Mundo a América llegaron los conquistadores, trajeron una serie de cosas buenas y una sarta de porquerías …
Y fue, una vez más, sencillamente hermoso, como nunca, como siempre, el máximo escenario del país, nuestro bellísimo Teatro Nacional a reventar en dos conciertos …