Ha muerto Marcos Mundstock y el planeta tiene muchas lágrimas más y un genio menos. Ha muerto Marcos, seguramente ya está instalado en el cielo de la alegría. La estuvo peleando como un guerrero durante más de un año y finalmente, a los 77 años su cuerpo dijo basta.

 

Digo su cuerpo porque su alma, su corazón, su talento y su voz irrepetible, quedarán para siempre en la memoria de todos los que amamos la risa producida por un torrente de neuronas como era su cerebro y el de sus compañeros de Les Luthiers.

Era tan querible que levantaba carcajadas de afecto, solito y callado en el escenario. A un costado, con la luz cenital, parado con su smoking y el moñito, con la carpeta roja en la mano y frente a un atril. Un solo gesto, una mirada pícara o la presencia imaginaria de Johan Sebastian Mastropiero, le alcanzaban para hacer estallar el teatro de felicidad. Cuando nació Marcos, se rompió el molde. 

Se las rebuscaba bastante bien con el idish, el idioma que hablaban sus padres, que eran judíos que llegaron a Argentina, con pasaporte polaco y buscando libertad y esperanza.

Marcos, además, fue un locutor sin igual y un creativo publicitario de padre y señor nuestro.

 

I Musicisti

El fundador fue Gerardo Massana, que al mismo tiempo, fue el primero en partir … el que le dio forma y sentido, el verdadero “luthier”(fabricante de instrumentos).

Se trataba de la parodia de un concierto formal, con solistas y coro acompañados por una orquesta de instrumentos no convencionales, que los mismos intérpretes habían construido con materiales caseros.

La obra central de aquel programa era la Cantata Modatón (luego Laxatón), compuesta por uno de los integrantes del grupo, el arquitecto Gerardo Masana, quien también fue el inventor de la mayoría de los instrumentos utilizados en aquella oportunidad. La música parodiaba una cantata barroca, con un texto tomado del prospecto de un conocido laxante.

Al poco tiempo, el grupo fue contratado para repetir el espectáculo en una sala de la capital argentina, donde el se presentó, con el nombre de I Musicisti, para ofrecer unas pocas representaciones. El éxito fue grande y las actuaciones debieron prolongarse por espacio de tres meses.

Este triunfo resultó decisivo para que, poco después, el grupo fuera invitado a participar en el espectáculo "Mens sana in corpore sano" en el Instituto Di Tella, templo de las vanguardias artísticas de Buenos Aires.

También en esa sala, en 1967, estrenaron I.M.Y.L.O.H. (I Musicisti y Las operas Históricas), que constituyó un gran éxito de público.

El 4 de septiembre de 1967, debido a diferencias con los demás integrantes, Gerardo Masana, Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich y Jorge Maronna abandonaron el grupo para fundar Les Luthiers.

Les Luthiers, humor blanco y pueblo

Porque los integrantes de Les Luthiers, además de haber generado uno de los hechos artísticos más importantes de los últimos 50 años en América Latina además de todo eso que ya es muchísimo, Les Luthiers son un espejo para mirarnos.

Su trabajo es para las multitudes, para las grandes mayorías. Podrían haberse quedado en el humor inteligente para pocos, en el elitismo culturoso. En esa actitud de algunos presuntos intelectuales que se creen que mientras menos gente va a verlos más geniales son. Nunca fueron sectarios ni excluyentes. Llenaron la cancha de fútbol del Sevilla en España y pude ver en persona, con mis propios ojos, como emocionaron hasta las carcajadas a 12 mil personas en el Festival de Cosquín, Argentina, en el Gran Rex de Buenos Aires y en el auditórium del México DF .

Hablo de esa vocación por buscar la felicidad del pueblo a través de la risa. Uno sabe que volverán y serán millones de carcajadas.

Pero Les Luthiers también tiene lo mejor de la ética para ejercer su tarea creativa. Ganaron todo el dinero que se merecen por su trabajo, pero nunca cedieron a la tentación de la máquina de chorizos, de caer en el mercantilismo trucho que todo lo traduce a dólares y destruye el arte. Se respetaron a sí mismos y nos respetaron a su público.

La moraleja es: si un grupo de trabajo puede, un país también puede. Y, finalmente, creo que Les Luthiers también tiene esa vocación por la igualdad, esa actitud mosquetero del todos para uno y uno para todos, ese elevar la palabra “compartir” a su máxima expresión y esa capacidad para discernir entre igualdad y uniformidad. Todos tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones pero todos respetan las características personales de cada uno, su propio pensamiento, la singularidad que los hace seres irrepetibles y cooperativos.

Brillantes, brillaron en el Lincoln Center de Nueva York y también Teatro Colón, venían para Costa Rica … pronto.

Me pongo de pie para nombrarlos, queridos Luthiers: Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich que en los escenarios del paraíso descansen y no se cansen de hacer travesuras bajo la dirección de su fundador, que también partió hace tiempo, Gerardo Masana. Mi solidaridad en el abrazo fraterno y en el pésame en la despedida con Carlos Nuñez Cortes, Carlos López Puccio y Jorge Maronna, de la línea fundadora.

Por eso le digo que me gustaría tener un país Les Luthiers. Un país edificado por todos a su imagen y semejanza. Un país donde construyamos nuestros propios instrumentos para ganarnos la vida con la frente alta y las manos limpias y que por eso seamos respetados y muy bien recibidos en cualquier país del mundo. 

Ha muerto Marcos Mundstock …

Ha muerto Marcos Mundstock. Me duele el alma y me inclino para rezar en el altar de la alegría …

Marcos Mundstock: no habrá ninguno igual, no habrá ninguno.