Tu ausencia de palabras, repuestas en monosílabos, tus breves conversaciones y tus largos silencios eran indicación de algo … y yo ya la veía venir desde lejos
La ausencia transitoria primero y total después de aquella sonrisa tan tuya, tan fácil y tan encantadora, que permitía esbozar y hacer tu rostro aun más bello de lo que es, se fueron acrecentando, hoy te ríes de todo y con todos … pero ya nunca, ni por equivocación me sonríes a mí.
La ausencia de mensajes y llamadas, tu que eras capaz de dejarme mensajes amorosos, primorosos 15 veces al día, hoy solo sucede cuando querés resaltar alguna leve metida de pata mía y de la que yo yo ni idea tenía de cuanto ni cuando, ahí vuelven los 15 mensajes diarios, para achacarme responsabilidades y tratar de hundirme, y a veces lo conseguís, aunque yo ya estaba al tanto de todo … y ya la veía venir de lejos.
Tus reuniones tan prolongadas, tan fuera de hora, tan frecuentes, sin chance de hablarte siquiera por teléfono (“fíjate que donde estaba como que no pegan los datos”) y estos sábados de mierda que me ha tocado vivir cuando desaparecés totalmente, van sumando vectores de fuerza a la enorme losa de concreto que está por caerme encima …
Tu total desvanecimiento de nuestra cama, donde llegás solo pasada la 1 de la madrugada, te envolvés como Tutankamon y llevo años de no dormir con nada más que tu espalda, tu, otrora la más tierna y pasional, cuando del amor se trataba, hoy guardas tu fidelidad para alguien que sé que no soy yo, un grave signo de alerta … y ya la veía venir de lejos.
La falta de valores, de modales, hoy brotan malas palabras de carretonero a cada instante, porque cuando se pierden valores, no se pierde uno, se pierden todos en cascada, ese olor rancio de sudores ajenos,las enorme proliferación de bloomers de distintos colores muy sensuales que habitan en la ducha, en enormes cantidades, los cuales puestos nunca pude verlos yo, ya me anunciaban el colapso …. Pero yo ya la veía venir de lejos.
Y lo peor es que se y conozco a la clase de rata por la cual me estás dejando, y desde el momento que me lo anunciaste, si bien ya lo veía venir de lejos, me quedé estúpido, porque sabía que me estabas dejando por la persona ordinaria, vulgar e intrigante, quien peor se ha expresado de vos frente a otros amigos, más leales que tú, que vienen y me cuentan, criatura de cloaca de quien has copiado todo el catálogo de cosas sucias que te han impregnado … y yo, no puedo hacer nada más, a pesar de todo lo que te quiero y amo, no puedo hacer absolutamente nada más … porque ya traté de darlo todo ....
.... pero parece que todo lo poco que soy, jamás fue suficiente para ti ....
.... y no me queda otra .....
… que dejarte ir.
Porque desde la mismísima noche que juramos amarnos, tan pasional y encantadora, siempre dejaste caer un gesto de desencanto y yo lo recojí y peleé todo lo que pude ...
… pero desde esa misma noche, yo ya la veía venir de lejos.
Ptolomeo Huevoenpaila, matemático bizantino de la dinastía de los Holgazanes, familia que reinó en Bizancio … 48 horas, porque les daba pereza, fue destacado alumno de Thales de Mileto.
Es como en un “Big Brother” concebido en la más febril fantasía de George Orwell, los salvadoreños somos vigilados, espiados, señalados, apuñalada nuestra privacidad a diario y sistemáticamente.