En días de carencias, muchas inusuales,
que son más duras que ausencias de besos,
entra la nostalgia de complicidad ...
esa de tipo miradas diciéndonos todo
en medio de una multitud,
seduciendome al extremo en un solo gesto..
que desordenaba mi esquema , .
Hoy acude a mí la nostalgia incomprensible,
de aquello que solo tú y yo entendimos,
complicidad de palabra hecha deseo,
complicidad de deseo convertida en pasión,
complicidad de encanto vuelto realidad,
magia inmensa de placer,
fantasía única que daba vida ,
a la sonrisa pícara que provocaba
el cosquilleo de tu respiración
desnudando mi cuerpo lento como solo tu
pudiste hacerlo, mi cómplice inolvidable,
entra de madrugada así la nostalgia de
la complicidad de tu palabra unida a la mia,
justo en el momento donde éramos uno solo,,
prendidos piel a piel, siguiendo letra por letra
una sola palabra...
Donde fuimos dos cómplices , condenados a ser sueño,
cómplices entre líneas que desordenan la absurda realidad,
para volar en la inmensidad de esta pasión propia
de dos cómplices silenciosos,
pero constantes,
distantes pero encontrandonos en la oscuridad
no de vacios sino de excesos de sueños perfectos,
donde tus manos complices unicas , saben llevarme
para entrar en tu encanto de hecho mi fantasia,
irrepetible, irremplazable, inconfesable
pero totalmente fascinante.
tu nombre refleja hoy la nostalgia de complicidad,
de nuestra complicidad, guardada más allá del tiempo
en la piel.
Es como un imán difícil de explicar, ves una ventana, semi abierta, o que permita una rendija de visibilidad de su interior … uno se acerca ,,, y fisgonea … todos somos "chutes",
El famoso “Nudo Gordiano” era el más difícil de deshacer, cuando Gordio fue proclamado rey de Frigia, fundó la ciudad que lleva su nombre y, en señal de agradecimiento, ofreció al templo de Zeus su carro y ató la lanza y el yugo con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior, tan complicado según cuenta la leyenda que nadie lo podía soltar.
Con motivo de mi conocida arrogancia, prepotencia, alta estima de mí mismo y presto a acercarme a los cuarenta y cinco años, poseedor de todo el dinero y los recursos que se necesitaban, decidí perpetuarme, darme continuidad inmortal y crear (o sea no crearlo yo, sino que darle a un grupo tecnológico importante y avanzado) la tarea de crear otro yo.