Escapa un instante, no tardes mucho
evadiendo el encuentro ,
donde apagas el silencio que te quema
la piel, y un poco mas allá cerca del corazón,
escápate en la magia de lo imposible,
ese que sacude
los reproches y lamentos del no puede ser,
rompe el silencio que te quema,
que me quema, en medio de las turbulencias
que nos imponen mas que distancia y tiempo,
al fin y al cabo, borraste mis silencios
con gemidos de placer, de entrega mutua,
escapa en silencio, con la fuerza del deseo,
con la pasión prendida en la mirada
con el brillo sublime y a la vez fuerte
de un sol cautivador,
con desmedida pasión,
escapa del silencio, al que el destino
nos condenó.
Escapa del silencio con la única esencia
perfecta que atrapa en un beso,
ese beso tuyo y mío llamado nuestro,
escapa del silencio
con la fuerza
del deseo pendiente,
el punto seguido de esa historia
donde el sol, siempre brilla,
y quema de vida lo que la lluvia apagó.
Escapa del silencio
en el encuentro de una mirada que aun
por lejana o imposible, te ve al final del arco iris.
En aquellas épocas de Radio Femenina de inicio de los 80s, sosteníamos muy seguido pláticas “de cuneta”, o sea sentados en la cuneta, frente al edificio blanco de la Colonia Roma, al salir de los turnos, platicando de todo un poco … siempre temas muy triviales …
“Murió haciendo señas y nadie lo entendió…”
(Magaldi y Pesce letra del tango “El Penado 14”).
La leyenda de Drácula se inspiró en la vida y las torturas de Vlad III, un príncipe de Valaquia del siglo XV, pero la ficción fue superada por la realidad en términos de crueldad salvaje y sadismo asesino.