Esta pandemia se pelea desde diferentes ángulos, cada cual ve y vela por sus intereses, pero ojo … el daño que las medidas que la pandemia acarrean a nuestro país (a diferencia de otros países que la han manejado con más inteligencia y menos hígado), son letales, rescatar la Patria de estos daños, empieza después de la cuarentena.
A veces se confunden ambas cosas. Vamos a tratar de aclarar los tantos. Por un lado está la pandemia y por el otro, la República. A la pandemia hay que atacarla y a la República hay que defenderla. Lo digo de la forma más sencilla y didáctica posible. Hay que combatir el virus hasta su derrota definitiva. No hay dudas que lo primero es la salud. Pero hay cuidar la República hasta su triunfo definitivo. No hay dudas de que la salud de la democracia y su división de poderes es lo único que nos garantiza la libertad.
No hay dudas que micro, pequeños, medianos empresarios que no han/van/ trabajado/a trabajar/ son la base de la contratación de mano de obra de nuestro país … y ahí la Patria falla …
Súmele a eso que desde los USA, las remesas disminuyen por el mismo COVID y la Patria llora ….
No sabemos quien está a cargo de la batalla contra el coronavirus y todas las medidas sanitarias que se toman, pero hay que acatarlas. Debería estar asesorado por un grupo de científicos y expertos que son los que lo ayudan a equivocarse lo menos posible.
Estamos en una guerra y en esta situación tiene que haber conducción única. Eso no lo discute nadie. La inmensa mayoría del pueblo salvadoreño está cumpliendo con el confinamiento y la dirigencia opositora y el periodismo en su totalidad no cuestiona este tipo de decisiones. No se puede deliberar en medio del tiroteo, mientras mueren compatriotas.
Está claro? Yo me subordino como corresponde y cumplo con las órdenes sanitarias del poder ejecutivo. Pero subrayo “sanitarias”, “ordenes sanitarias”. Que todos tengamos disciplina y solidaridad social para cumplir con la cuarentena y con las normas de higiene es una cosa. Pero eso no significa, de ninguna manera que nos callemos y nos auto censuremos frente a los atropellos o las barbaridades políticas que se cometen.
El silencio no es salud. La mejor vacuna para las enfermedades de la Patria es la libertad.
No se puede acusar de vende-patria o estigmatizar a los que señalan los peligros que corren las instituciones con tanto decreto por tweeter y con desvíos autoritarios. Que quede claro. La tarea principal es marcar los errores, advertir sobre los riesgos, custodiar que nadie viole la ley ni la Constitución y que la arbitrariedad no abra las puertas de la corrupción de estado … ni las excepciones notorias.
Insisto con mi idea.
Yo estoy del mismo lado que todos mis compatriotas. En contra del virus y aportando todo lo que esté a mi alcance para destruirlo y volver a la normalidad. Pero, insisto, el barbijo, la mascarilla no debe convertirse en un bozal, como creen muchos.
Todo indica que en los últimos tiempos, el “Presi” abandonó su traje de cordero “cool” y apareció el lobo populista y prepotente. Por eso, nuestra responsabilidad es encender las luces rojas. Para que nadie se haga el distraído. Insisto, una vez más, esto no significa que estemos cuestionando las medidas que se toman desde el punto de vista sanitario. No somos médicos ni especialistas en estos temas y por lo tanto solo nos queda consultar a los científicos más creíbles y respetar las normas.
El virus se come la historia reciente. Hay que lavarse las manos contra la pandemia. Pero es irresponsable lavarse las manos a la hora de denunciar todo lo malo que ocurre y lo que puede llegar a ocurrir.
La utilización excesiva de decretos por twitter, o en las cadenas nacionales, que cada vez tienen más audiencia, pero porque se toman para gracejos. Los recursos están previstos en la Constitución pero debe recurrirse a ellos lo menos posible. Es verdad que estamos en emergencia y muchas veces, no hay otro remedio.
Hay que pensar en el interés general. En muchos aspectos, aparece la intención de llevar agua para el molino partidario. Y eso también genera desconfianza y puede minar la autoridad ecuménica que necesita el Presidente para el combate contra la pandemia.
Cuál es el problema? Les molestan las críticas? La democracia es consensos y también disensos. La uniformidad es un valor de los regimientos y de los militares. La diversidad y las críticas son los pilares de la democracia republicana. Nadie critica que se combata al virus hasta lograr su derrota.
La democracia se corrige con más democracia. Nunca menos.
Y a El Salvador compatriotas, o lo sacamos del hoyo entre todos o nos hundimos con él.
Pequeño blues del siglo XIX, recopilado de los escritos de poeta usuluteco anónimo, filósofo de la época pre socrática.
Usted se preguntará … si soy tan buen ladrón, como es que estoy preso ?
La nueva denominación oficial (que no es nueva) tiene más de dos años y todavía lleva un tiempo acostumbrarse. Echemos un vistazo a lo que dicen los expertos y la razón histórica que lo provocó.