En días de carencias, muchas inusuales,
que son más duras que ausencias de besos,
entra la nostalgia de complicidad ...
esa de tipo miradas diciéndonos todo
en medio de una multitud,
seduciendome al extremo en un solo gesto..
que desordenaba mi esquema , .
Hoy acude a mí la nostalgia incomprensible,
de aquello que solo tú y yo entendimos,
complicidad de palabra hecha deseo,
complicidad de deseo convertida en pasión,
complicidad de encanto vuelto realidad,
magia inmensa de placer,
fantasía única que daba vida ,
a la sonrisa pícara que provocaba
el cosquilleo de tu respiración
desnudando mi cuerpo lento como solo tu
pudiste hacerlo, mi cómplice inolvidable,
entra de madrugada así la nostalgia de
la complicidad de tu palabra unida a la mia,
justo en el momento donde éramos uno solo,,
prendidos piel a piel, siguiendo letra por letra
una sola palabra...
Donde fuimos dos cómplices , condenados a ser sueño,
cómplices entre líneas que desordenan la absurda realidad,
para volar en la inmensidad de esta pasión propia
de dos cómplices silenciosos,
pero constantes,
distantes pero encontrandonos en la oscuridad
no de vacios sino de excesos de sueños perfectos,
donde tus manos complices unicas , saben llevarme
para entrar en tu encanto de hecho mi fantasia,
irrepetible, irremplazable, inconfesable
pero totalmente fascinante.
tu nombre refleja hoy la nostalgia de complicidad,
de nuestra complicidad, guardada más allá del tiempo
en la piel.
Amelia Earhart es quizás una de las mujeres más famosas del mundo. Ella abrió el camino para las mujeres en todas partes del mundo y cualesquiera fuera su rubro de trabajo.
David se levantó muy temprano para ir al cementerio, ese día limpiaría la tumba de sus padres, pero se le hizo demasiado tarde, llevaba una piocha, un azadón y una botella de agua para realizar su actividad; al llegar, el celador le dijo:
Los primeros Juegos Olímpicos que organizó, por vez primera, Estados Unidos, fueron un rotundo desastre. Fue en el año 1904 y lo hizo en San Luis, que fue elegida frente a la otra candidata, Chicago, por decisión directa de Theodore Roosevelt, el vigésimo sexto presidente americano.