Pues si …pero no se vaya a hacer de la idea que existió, que se yo, en nuestro país, o en alguno cercano, donde la consigna no es robar a los ricos para dar a los pobres …
“¿Que más pedir? Con tu amor,
mi rancho, un árbol, un perro,
y enfrente el cielo y el cerro
y el cafetalito en flor…” (Alfredo Espino “Un Rancho y un lucero”)
Y a decir verdad, es un caso de la vida real, del cual obviamente jamás voy a decir nombres, pero quiero narrar la historia, simplemente, para que sepamos, todos, sin distinción de género, que estas cosas… suceden.
Si nos vamos a la parte semántica del asunto, en una de esas vamos a descubrir que todos somos un poco más imbéciles de lo que creíamos…es más reflexionaremos un poco más antes de decirle la palabrita “Imbécil” a alguien, tal vez estemos equivocados.
La Historia comienza en los días de la República de Weimar, cuando la industria farmacéutica de Alemania estaba en auge (el país era un exportador líder tanto de opiáceos, como la morfina, como de la cocaína) y las drogas estaban disponibles en cada esquina.