Si señores … hay que invadir New York, con fusiles, para destruir la Casa Blanca!
Resulta que así como son de rápidos nuestros diputados para crear leyes cuando le$ $on conveniente$ a $u$ intere$e$, lentos son para derogarlas cuando ya no les sirven para nada … ahora bien, tal parece, según un estudio de la revista “Time” y otras muchas investigaciones propias, que el imperio de la huevonería parlamentaria no solo es exclusiva de la Asamblea Legislativa nuestra …
Qué malo es el miedo … no? Los seres humanos no estamos preparados para el miedo, no nos sabemos comportar con dignidad. No hay más que ver la cantidad de actitudes estúpidas que tomamos cuando tenemos miedo.
Yo me neurotizo, tú te neurotizas, él se neurotiza, nosotros nos neurotizamos, vostros os neurotizais, ellos se neurotizan … pero ninguno se neurotiza tanto cono el asno que viene pitando atrás mío !
Quien les ha dicho que es patrimonio de boxeadores criados en Brooklyn, Nueva York ...como Tyson o jugadores de fútbol oriundos de Salto, Uruguay como Suárez eso de andar mordiendo rivales?
Una nueva entrega de aforismos del profesor Isidro Cañenguez, ha llegado a mis manos, el Profe (el bueno, no el otro) que me enseñó Filosofía e Historia en Bachillerato, ha publicado otros posts en este blog y nos aconsejaba sobre la vida en los entretiempos de los partidos de fútbol, me hizo llegar sus manuscritos.
Algunos, muy interesantes, todos, aplicados a sobrevivir en estos convulsionados días en que los políticos nos meten – una vez más – la mano en la bolsa:
1) Que existan teléfonos “inteligentes”, si, pero que no existan conductores “tan poco inteligentes” como para usarlos mientras manejan, matando e hiriendo a compatriotas que no tenían nada que ver con estos artefactos.
Tal vez (y hasta quitándole el “tal vez” sirve) es una de esas cosas que surgen con los años, como el reumatismo, la temblazón de manos, la disfunción eréctil o las canas ...
Si no me hubiera reventado la cabeza contra aquella puerta de vidrio, 17 puntadas, una cicatriz que medio me tapo con el pelo, tal vez nunca hubiera aprendido a caminar viendo para adelante.
Te debo un tonel de explicaciones, mi hijo…