Quedamos en reunirnos con un viejo compañero de la primaria que no veía desde los años ochenta, el “Gordo” Peláez, del que tuve noticias a través de una red social. Nos citamos en un bar, nos palmeamos con cariño falso, pedimos unas cervezas.
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- "" Perdón Weston, que me dijiste? Con el ruido de todos estos cowboys en esta cantina, no se oye nada - dijo Emily, la hermosa cantinera de este salón de vaqueros de paso al sur de Utah, por donde hacían parada todos los buscadores de oro camino a California.
Hace mucho tiempo, yo tenía una novia buena y hermosa. Me amaba con una devoción tal, que no pude resistir la tentación de ser malvado. Me solazaba en la traición, en el capricho, en la impuntualidad, en la mentira gratuita.
Mi amigo “la nutria” estaba un poquitín borracho, habíamos empezado a tomar desde que llegamos a Las Vegas, Nevada, hacía 2 horas atrás. La emoción de estar en esta ciudad nos había desbordado, era el sueño hecho realidad.
(En las vísperas de su canonización. Óscar Arnulfo Romero y Galdámez; Ciudad Barrios, 1915 - San Salvador, 1980)
Entre 1945 – 1950, comenzó en nuestro país, la labor – a veces institucional, como en el caso de Cihuatán, otras veces particular, como en el caso de Tazumal – de preservar, descubrir y excavar los antiguos centros y sitios ceremoniales/habitacionales arqueológicos de nuestro país.