No esquives tu hombría de mi ser
átame despacio a tu silueta,
apriétame con el calor de tus manos como brasas prendidas
Hace cincuenta y siete años, exactamente, hoy mismo, pero en 1961, cuando el planeta era más ingenuo y más vivible, bah… habitable, una de las razones por las que mayor número de fricciones se daban entre soviéticos y gringos era la llegada del primer hombre al espacio, quien ganaba esa carrera?
Y entraste por residuo, por poquito y muy exiguo, después de un proceso poco confiable pero continuo, no te vayas a volver melifluo, que se te hinchan los oblicuos, mirá que nada es perpetuo … solo sos un diputado.
Por un lado, los cholos, los desposeídos, por otro lado y con todo un Atlántico de por medio, el naciente Tercer Reich, Nazi, con Austria (país natal de Adolf Hitler) semi anexionada, y con el instinto obsesivo de Hitler de demostrar ante todo, y por encima de todos, la supremacía de la raza aria.
Cuando soviéticos y estadounidenses se dieron la mano en lo que quedaba de Berlín, en 1945, con Hitler muerto en su bunker y tal cual reza el dicho, “muerto el chucho, muerta la rabia”, era muy pero muy poco, lo que estos “aliados” podían hacer en un futuro con mentalidades políticas tan dispares.
En esta labor de desmitificar un poco a los “6 sensacionales” de Disney (Mickey, Donald, Goofy, Miinie, Daisy y … Pluto)