Tenía 21 años de edad, cuando con mi grupo de amigos nos fuimos a pasar unas vacaciones a la playa. Íbamos con el Gordo Chute, Gonzalo y el Fer, en el carro de este último.
Resulta que el año pasado, arrasó en las taquillas la nueva película del Joker, protagonizada por el espectacular Joaquín Phoenix, y con la dirección de Todd Phillips. El furor que generó en los últimos meses explotó con su estreno en una oleada de aplausos y pedidos de premio.
Resulta que a la temprana edad de diez años me di cuenta que lo físico no era lo mío… era gordito, usaba lentes, brackets móviles, era pésimo jugando al fútbol y mi papá me peinaba con fleco hacia el costado con vaselina, usaba zapatos ortopédicos y carita de regalón… el combo perfecto del fracaso.
Siempre, desde niño, me dijo mi madre, y tiendo a creer que tiene razón “vos sos medio pasmado hijo, parecés inteligente, y de hecho lo sos en algunas cosas, pero en otras cuestiones más prácticas, sos bastante torpe”.
- Hay cosas que es mucho mejor no haberlas dicho nunca … pensé en voz alta.
- Que dijiste ? – preguntó mi mujer – era algo que querías decirme o solo una manera de decir ?
Un encuentro contigo,
más que una aventura,
un encuentro casual ...