Si pasara una vez, cada de vez en cuando, sería una maravilla, pero no es así, es el diario trajinar de nosotros salvadoreños, en la capital de nuestro país.
Hay fiestas, celebraciones, que nos hacen bailar mariposas en la panza en lo que nos acercamos a la fecha, y hay otras que provocan mariposas, pero ya conservadas en formalina, y eso es malo para la panza, por lo que te dan hasta agruras de pensar que hay que ir.
No me tilden de anti social, de hecho, no juego en esa liga. Hay algunos eventos sociales que disfruto y otros que me causan contracción del esfínter.
(Historia tomada de la vida real, sucedió en enero 2014, en una ciudad pequeña de algún país centroamericano).
Don Gerente llega tarde pero se va temprano, son prerrogativas o gerenteces, que solo competen al cargo; mientras recorre el pasillo deja un vaho de un perfume caro, “Importado tal vez” – piensa Valentina de Contabilidad.
Habían terminado las celebraciones de las Fiestas titulares de Nuestra Capital en honor al Divino Salvador del Mundo, dos días antes, agosto de 1951, las últimas procesiones características de la época solo dejaban los despojos y residuos de siempre sobre el Parque Bolívar (Barrios).