-
Sabés por qué ? – lo encaró Amalia – sabés porque no vamos a hacer el amor ? Porque no me ayudaste a lavar los platos … y me lo prometiste.
Pablo lo esperaba en la mesa desde hacía unos minutos, lo vio llegar, más destrozado que nunca … al encuentro en el café de siempre.
A diferencia de la mayoría de las personas que entienden idiomas pero no los hablan, a mí me sucede al revés con el portugués, que lo hablo pero no lo entiendo.
En las cantinas de los alrededores del Parque Centenario, donde leyendas se cuentan y renuevan, transformándose en mitos, aun se cuenta la historia de Forúnculo Rivas.
En Latín antiguo, no se andaban con con muchas vueltas, a esos gases inoportunos, les llamaban abiertamente “peditum” y si se querían poner más finos, lo definían como “crepitus ventris”(crepitación o ruido del vientre) …
Decidimos un grupo de “viejóvenes” pegarnos una noche de farra, otra vez, como las de antes, la planeamos bastante … porque en esto de salir de noche hay una gran verdad: el 99% de las veces que salís de juega terminás con un aburrimiento patético.