Pensamos siempre que las más absurdas creencias las tienen los norteamericanos, les damos el mote de ser “más incrédulos”, entre ellas que los platillos voladores existen y que hay marcianos infiltrados en la Tierra, que Irak si preparaba armas nucleares, en Santa Claus, Ronald Mac Donald y Hilary Clinton.
Si pasara una vez, cada de vez en cuando, sería una maravilla, pero no es así, es el diario trajinar de nosotros salvadoreños, en la capital de nuestro país.
Hay fiestas, celebraciones, que nos hacen bailar mariposas en la panza en lo que nos acercamos a la fecha, y hay otras que provocan mariposas, pero ya conservadas en formalina, y eso es malo para la panza, por lo que te dan hasta agruras de pensar que hay que ir.
Ella no era ni fea ni linda, sino más bien todo lo contrario …
La noche brillaba con todo su esplendor, abajo, las luces de la ciudad iluminan caminos desiertos que pareciera por un momento que dan al mismo sitio, un par de sombras invaden las aceras. Arriba, las estrellas titiritan quizás de frío. Los Domingos tienen la magia de terminar demasiado pronto. Esta conversación se lleva acabo detrás de las paredes de una casa en particular.
Para latinoamericanos, nacidos hace ya unas buenas décadas, revolución local (las nuestras, las domésticas) y el encanto de la Revolución Cubana fueron siempre el Norte Cardinal de nuestra Rosa de los Vientos Idealistas.