Leyendo los periódicos, me enteré hace días que falleció el padre de un muy buen amigo de los tiempos de escuela primaria, por ahí me lo encontraba cada dos por tres y siempre era un festejo. Resolví pasar por la funeraria que anunciaba la necrológica a darle un respetuoso abrazo.
Así como la coronación de un montañista, debe ser sin lugar a dudas alcanzar el Everest; la de un nadador cruzar el Canal de la Mancha; la de un pintor o arista de artes plásticas, exhibir en el Louvre …
Y no era linda, o sea, no era una belleza, sino más bien todo lo contrario, con sus gafas gruesas y su cuerpo tan delgado y frágil no llamaba la atención de sus compañeros de universidad a su alrededor.
La verdad, nunca fui muy adicto a la televisión, o sea, cada dos por tres un partido de futbol si me llamaba la atención, pero nada de clavarme a Netflix, o verme una telemaratón de 74 episodios seguidos de “Friends” o alguna huevada de esas …
Yo quería escribirles, acerca de una de las cosas que más nos gusta atesorar a los seres humanos y que, sin embargo, no da la felicidad: o sea no vamos de escribir de dinero …sino de bolsas de plástico.
Si de sincerarnos se trata, eso de mirarnos en el espejo crítico de cada día, debemos admitir que vivimos en la actualidad una crisis de la democracia representativa, no solo en El Salvador sino en todo el mundo.