Absolutamente.
Tanto así que hasta nuestros políticos, habitualmente tan poco astutos, se dan cuenta de este fenómeno, y aprovechan el embeleso futbolero para:
Buenos días Don Benito, lo vengo a visitar … no se asuste, me recuerda verdad ? Se acuerda de mí? Cómo? Bueno mi aspecto no es el mejor, dada mi condición, mi cara le resulta difusa … tantos hombres sin nombre.
Has quedado en el silencio de mi piel
En la mirada perdida, donde se fue tu rostro;