
Tuve a Dios, y tuve fortaleza para desafiar al diablo, tuve un hogar y éste era remanso de descanso de mi ser exhausto reposando sobre tus rodillas, tuve canciones y tuve poesía, tuve verdades y tuve mentiras, tuve sueños y tuve desvelos …

Mi Sol brilla en el frío, que marca su ausencia , sabe como quemar así de lejos, ante la carencia permanente de su presencia , llenándo de su calidez cada poro de mi piel que lo espera.
Tan preciso y silencioso,
como cautivante seductor,
apareciste un día,
en mi campo visual.
Perderme es mi camino y encontrarme entre tus besos parece que es mi destino. Vuelvo siempre en busca de ti,


Tu piel y toda la belleza que encierra
duerme desnuda, esta noche
entre las sábanas de mi madriguera.

Creo que el “ya estuvo” es eminente
ya lo he meditado bastante
algo oscuro está latente
y no deja camino por delante …

Más allá de Pataya Beach, tres kilómetros y medio dentro de la caverna de Tham Luang, donde los jugadores del “Wild Boars” (Jabalíes salvajes), celebraban sus victorias como algo cotidiano, casi a manera de ritual, el milagro hizo historia... pero todo el proceso, el heroísmo, nos deja enseñanzas ... igual que los 33 mineros de Chile ...