Observaba esos cuadernos,
Observaba esas palabras ...
A las diez de la mañana,
cuando todo se calienta;
tu brotas en lo profundo …
Porque siempre estuve repleto de carencias pero nunca carecí de todo …
Llegamos al borde de la locura
Todo inició en un abrazo contigo,
más veloz aún el sentimiento
que la emoción ...
Con embrujo de arena y destellos de sol
desnuda la tarde la luna al amor
Te veo de lejos con tu figura atroz!
eres tan hermoso como rayo de sol ...
Con un hola pudimos acercarnos,
con timidez honrosa nos dimos la mano
Por una vez dame de beber,
la última gota de vida y placer
antes de morir entra a mi piel.
Resulta que a la temprana edad de diez años me di cuenta que lo físico no era lo mío… era gordito, usaba lentes, brackets móviles, era pésimo jugando al fútbol y mi papá me peinaba con fleco hacia el costado con vaselina, usaba zapatos ortopédicos y carita de regalón… el combo perfecto del fracaso.
Desde el inicio de los tiempos, los seres humanos hemos ido “al baño”, incluso cuando “baño” significaba “allí, detrás de un piedra”. Si bien el proceso de evacuación no ha cambiado mucho (todavía cada dos por tres toca ir detrás de una piedra) a lo largo de los años, el proceso inmediatamente posterior (o sea la limpieza del excremento … que bonita palabra para dedicarle a alguien!) sí.
Hablame cuando te hablo, no te hagas el pendejo, sabés bien que soy tu espejo y a mí no me podés mentir.