Es exactamente lo que un hombre como yo
no necesita
la negación de mis afirmaciones
el “nunca jamás” de las condiciones
de mi madre:

Augusto en Agosto (que todavía no se llamaba como tal sino Sextil, y de eso se trata esa historia), se regodeaba en su reclinatorio en el Palacio Palatino, refrescándose sus imperiales gónadas con hojas de palma que batían esclavos y esclavas númidas (por las dudas, nunca se supo bien para que lado pateaba el tal Octavio Augusto).

Con el pasar de los años nos vamos dando cuenta de la inminente verdad, sobre como nacimos originales y moriremos siendo copias, lo digo porque recuerdo que hace algunos años acompañé a mi padre a nuestro coloso (Estadio Cuscatlán).

Por una vez dame de beber,
la última gota de vida y placer
antes de morir entra a mi piel.
El día previo, 21 de mayo de 1960 a las 6:02 hrs. se produjo en Concepción, al sur de Chile, un violento terremoto que según testigos, tuvo dos direcciones de vibración, primer NE y después NW. El epicentro estuvo en la Península de Arauco a 50 km al SW de Concepción y a unos 25 km de profundidad. La mayoría de la población dormía y tuvo un brusco despertar. Tuvo dos réplicas posteriores.