Es exactamente lo que un hombre como yo
no necesita
la negación de mis afirmaciones
el “nunca jamás” de las condiciones
de mi madre:
Augusto en Agosto (que todavía no se llamaba como tal sino Sextil, y de eso se trata esa historia), se regodeaba en su reclinatorio en el Palacio Palatino, refrescándose sus imperiales gónadas con hojas de palma que batían esclavos y esclavas númidas (por las dudas, nunca se supo bien para que lado pateaba el tal Octavio Augusto).
Con el pasar de los años nos vamos dando cuenta de la inminente verdad, sobre como nacimos originales y moriremos siendo copias, lo digo porque recuerdo que hace algunos años acompañé a mi padre a nuestro coloso (Estadio Cuscatlán).
Quiero escribir sin pretender tirármelas de santo o profeta, si se me permite, de un concepto totalmente vital, que tendemos a dejar caer en el olvido... es una sola palabra que encierra dos mil actitudes...
Los pantalones tan americanos, tan pro USA, tan del vaquero de Marlboro y de los buscadores de oro, tan guantecito donde se enfundan, las más bellas y esbeltas figuras femeninas que nos provocan chorros de baba …